Reforma constitucional, 21 D y otros considerandos

Amigos contertulios: un artículo de José Antonio Gaciño, que aborda de modo breve las perspectivas y requerimientos de una reforma constitucional, me ha hecho pensar en una batería de problemas que suscitan en mis reflexiones el abordaje de la necesaria e imprescindible reforma constitucional. El artículo de Gaciño está en el primer enlace. Lo que sigue, después, son consideraciones mías.

A. Gaciño: posibilidades y fórmulas de reforma constitucional. http://www.galiciahoxe.com/vivir-hoxe-galicia/gh/aprendendo-reformar-constitucion-xose-gacino/idEdicion-2017-11-24/idNoticia-1086273/

En mi opinión, es un mal momento. Seguimos con parámetros políticos e  ideológicos de finales del siglo XIX y el siglo XX. El problema, con casi cuatro décadas de democracia a nuestras espaldas, no es ni puede ser territorial, sino de ciudadanía. Los únicos sujetos políticos soberanos son los ciudadanos constituidos en nación política según constituciones escritas. No hay más sujeto democrático. Los  sujetos comunitarios, forales, de «naciones» construidas -igual que las tradiciones inventadas desde mediados o finales del siglo XIX- no son sujetos soberanos en democracia, para el constitucionalismo democrático. No podemos (hablo por mí) aceptar y someternos a una ciudadanía jerarquizada según criterios identitarios y comunitarios (del tipo que sean: étnicos, lingüísticos, religiosos, «históricos» -es decir inventados-…), sino según los principios básicos constituyentes y constitucionales de la ciudadanía democrática. De lo contrario, veríamos nuestra plena soberanía usurpada por entelequias «trascendentes» (como las religiones). La referencia de regeneración institucional democrática es la ciudadanía y el 15 M: reforma electoral, judicial, mecanismos de control de partidos, desmantelamiento de la partitocracia, de la Administración pública paralela de los partidos y, en definitiva, de las castas, pacto por la educación, limitación de permanencia en cargos electivos, fiscalidad progresiva y redistributiva, control institucional de los mercados y entes financieros, control de las instituciones, recorte de la brecha social, blindaje de las pensiones, tarjeta sanitaria única, homologación educativa… ¿Qué pinta, en sentido positivo, progresivo y democrático, el asunto «territorial»? Un lastre, que genera diferencialismos, desigualdades, poder de las castas y élites autonómicas, muros a la redistribución fiscal, con la intención última de romper la caja única de la SS, desiguales derechos (de facto) según los «territorios» -pese a que los territorios no hablan ni son sujetos políticos de nada-, conversión de los ciudadanos en tributarios del pasado -para más ignominia, mitificado e inventado por las élites-, ahormamiento de los conflictos sociales a los «constructos» nacionales… .

Mientras permanezca en primera plana la mal llamada «cuestión territorial» y la primacía del propósito y objeto de reforma a fórmulas federales (a veces, nada o poco federales), me parece un despropósito plantearse una reforma constitucional efectiva. Al menos, debieran primar otros asuntos en la mesa del acuerdo o consenso para una reforma de la Constitución.

Hay que pensar que, detrás de los «problemas territoriales» (las «naciones» de Podemos sacadas de la historiografía romántica que reaccionó contra la Revolución francesa, el liberalismo y la democracia) hay toda una forma de proceder en sociedad contraria a la convivencia democrática y lindante con los totalitarismos, de decir, de supremacía de la nación inventada e historiada (pasado, orígenes, etc.) sobre las libertades y derechos del ciudadano individual, único sujeto político.

Lo explica Ángel Mazo (feligresías, comunitarismos, gregarismos identitarios…): https://www.elcatalan.es/articulo-tercero-trata-del-pensamiento-grupo/

Otra barrera es el escaso valor del voto socialista en las estrategias del partido socialista (PSC), la fragilidad y contracciones de la «fraternidad» con el PSOE, la herencia rediviva del tripartito y la confrontación frentista con C´s (y los constitucionalistas, partidos o electores) con la excusa de las derechas («españolas», que no catalanas), más, una vez más, el desencanto de la mayoría social popular. Las movilizaciones del 8 y 29 de octubre corren, de nuevo, el riesgo de quedar políticamente huérfanas. ¿Cómo obviar esta problema silenciado en una reforma constitucional?

Análisis «duro» de Miquel Giménez: http://www.vozpopuli.com/opinion/paga-quilo-votante-socialista-Cataluna-cataluna-21D_0_1083793160.html

Las cuestiones territoriales como eje de una reforma pienso que contribuyen a consolidar el nudo de violencia anti-democrático en los «territorios». Contrapuntos conocidos a tener en cuenta:

José García Domínguez: CUP, los nietos de la ira. Entresijos del nada pacífico ni risueño radicalismo nacionalista, ramificado desde los años 60 y emparentado con  las juventudes nacionalistas de Dencàs y los hermanos Badía. Es un mundo de sombras que se suele desconocer y que, por razones varias, no sé en qué orden, no se suele ni se quiere conocer.

http://www.elmundo.es/cataluna/2017/09/16/59bc0a6f22601d0c3c8b4603.html

Melchor Miralles: https://www.republica.com/en-el-anden/2017/08/02/arran-puigdemont-y-el-enfrentamiento-civil-en-cataluna/#

¿Por qué puede pensarse que una dirigente, vigatana, de ERC, al unísono con las CUP, manifieste, tras la peligrosa y siniestra ópera bufa de la DUI y en precampaña electoral, que recularon porque el Estado quería muertos en las calles? Para entender ese lenguaje y la normalidad con la que pueden esperar y desear mártires igual que endosarle al Estado el propósito de una masacre (la que nos se cumplió o se frustró el 1 O), hay que conocer los entresijos… Esos y otros grupos del Ayuntamiento de Barcelona han culpado al «Estado» (España) de los actos terroristas d e as Ramblas y de Cambrils, a la vez que ensalzaban las fiuras de Joaquim Forn, Trapwero y los suyos.

https://okdiario.com/espana/cataluna/2017/11/24/cup-reconoce-esta-dispuesta-usar-violencia-lograr-independencia-1548876?utm_source=onesignal&utm_medium=notificacio

Fran Carrillo: https://okdiario.com/opinion/2017/08/30/nazismo-cultural-1275859

Otro contrapunto es el tipo de organizaciones directamente vinculadas a la causa nacionalista/soberanista/independentista y al poder político a o largo de estos últimos más de 35 años. Su papel ha sido clave en el logro depo que los nacionalistas han llamado la «hegemonía cultural», siguiendo el lenguaje gramsciano, que tuvo calado en cataluña a través de un sector intelectual del PSUC. El autor del artícuo peca a veces de simplificación, pero acierta de lleno en la caracterización de estos movimientos y en su homologaciçon con el «nazismo cultural».

Otras variantes que han surgido en todo este proceso catalán/español y europeo y que pienso son primordiales. No hablamos de una reforma constitucional en función solo de la sociedad española y de «conflictos territoriales», sino en el contexto europeo y global:

RIE: https://www.elcatalan.es/informe-del-real-instituto-elcano-la-injerencia-rusa-proceso-secesionista/

Por último, pero no menos importante: con este personal político tan mediocre no vamos a ningún lado.

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