
Pedro Vallín – Madrid.- Contaba Fernando Savater, en la alegre franchela que ayer vistió de largo Misterio, emoción y riesgo (Ariel), que entre las críticas recibidas por su novela La hermandad de la buena suerte, premio Planeta, algunas señalaban, desdeñosas, que era "un divertimento". "Bueno, ¡lo grave sería que fuera un aburrimiento!". Con la anécdota ilustraba el escritor el desprecio puritano hacia la cultura – literaria o cinematográfica- que pretende el recreo del espectador, "nada menos", pues de eso habla su nuevo libro, en el que el editor Mauricio Bach recopila pasajes de libros y artículos de Savater donde se rinde tributo a su pasión por la creación cultural de Steven Spielberg, Robert Louis Stevenson, Ian Fleming, John Ronald Reuel Tolkien, Ray Harrihausen, Conan Doyle o Michael Crichton.
La charla sirvió para que ambos autores reflexionaran sobre los mecanismos, de tipo religioso -aunque abrazados con entusiasmo por las izquierdas en los años sesenta-, que llevan a prestigiar lo latente sobre lo patente, lo doloroso frente a lo gozoso, lo circunspecto frente a lo risueño. Una conciencia de culpa, considera Savater, acompaña a todo placer obtenido sin un sufrimiento previo, un prejuicio que condiciona a los críticos y gurús culturales a la hora de establecer juicios sobre las obras. Una vieja ecuación en la que, al cabo, el tiempo y el público despejan la incógnita y ponen a cada cual en el lugar que realmente les corresponde.
Sé el primero en comentar en «Savater alaba la diversión como gran agente cultural»