Una herramienta teórica imprescindible
Antonio Santamaría
El 11 de diciembre tuvo lugar en el Colegio de Abogados de Barcelona la presentación del libro de Thomas Jeffrey Miley Nacionalismo y política lingüística: el caso de Cataluña, editado en el 2006 por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, organismo dependiente de Presidencia de Gobierno. El trabajo es un resumen de su tesis doctoral y pretende analizar el “conflicto lingüístico” latente en Cataluña.
El acto, que contó con la asistencia de más de un centenar de personas y que abarrotaron la sala, fue presentado por Antonio Francisco Ordóñez que explicó las actividades de la asociación Alternativa Ciudadana Progresista, organizadora de la presentación, y Vicente Serrano que resumió los principios y planteamientos ideológicos de la asociación.
El autor, doctor en Ciencias Políticas y norteamericano afincado en España desde 1999, realizó una amplia exposición de su trabajo que fue precedida por una gráfica explicación de sus experiencias personales en las “dos Catalunas” representadas por el piso de su novia, hija de inmigrantes andaluces en Sant Boi de Llobregat y el piso de estudiantes de clase media en el Eixample. Esta experiencia personal le indujo a plantear el trabajo desde la sociología política, más que desde la filosofía política, mediante un trabajo de campo empírico, basado en más de trescientas entrevistas en profundidad a políticos locales, parlamentarios, profesores de primaria y secundaria e intelectuales disidentes con la ideología nacionalista hegemónica en el Principado.
Desmitificar el consenso
El libro consta de dos partes diferencias. En la primera se exponen las conclusiones del citado trabajo de campo. En la segunda se realiza un análisis teórico de la política lingüística a la luz del diagnóstico de la sociedad catalana esbozado en la primera parte. El resultado es un posicionamiento sumamente crítico con los planteamientos del catalanismo, revelando una aguda contradicción entre la Cataluña oficial y la real, demostrando que el supuesto consenso sobre la política lingüística de la Generalitat es más aparente que real, siendo un reflejo de la hegemonía del nacionalismo en los medios institucionales.
Miley procedió a resumir cada uno de los capítulos de su exhaustivo trabajo. El primero de los cuales se centra en determinar la composición etnolingüística de la sociedad catalana, un apartado donde resaltó cómo las diferencias de clase atraviesan las diferencias lingüísticas. Así aseguró que las reivindicaciones indentitarias son asumidas no por la totalidad de la sociedad catalana, sino por unas elites que niegan la diversidad interna de la sociedad mediante un proyecto homogenizador. Estas evidencias le conducen a desmitificar el supuesto consenso sobre la política lingüística y a comprobar no se está produciendo la “asimilación” lingüística de la población castellanohablante, objetivo declarado de la actual política lingüística.
El segundo capítulo de la primera parte está dedicado a explorar la identidad de los catalanes donde subrayó la cuestión de los peajes identitarios que han de pagar los castellanohablantes que quieran promocionarse socialmente. El tercer capítulo se centra en los factores sociales y el cuarto en los políticos, tema en el que desarrolló unas interesantes reflexiones sobre el comportamiento del PSC y la contradicción entre sus planteamientos ideológicos y las aspiraciones de su base social, lo cual contribuye a explicar el fenómeno de la denominada abstención dual. Es decir, que mientras el PSOE se alza con una clara mayoría en todas las elecciones generales, el PSC sólo obtiene la aproximadamente la mitad de esos apoyos en los comicios autonómicos. El capítulo quinto explora la correlación entre planteamientos independentistas y autonomistas y cómo esta contradicción incide directamente en el interior del PSC que ejemplificó con las discrepancias entre el sector catalanista procedente de las clases medias que apoyó entusiásticamente la elaboración del nuevo Estatut y el sector de los “capitanes” de extracción obrera que percibió este proceso con notables reticencias.
Tres preguntas
La segunda parte del libro resulta un profundo análisis crítico de la política lingüística vigente, vehiculado por tres trascendentales preguntas.
Primera. ¿Es democrática la Política Lingüística? En opinión del autor, aunque formalmente ésta reúne todos los requisitos formales para serlo, expresó sus dudas sobre el hecho que fuera apoyada por un 85% de la clase política y sólo por un 50% de la población. En este sentido observó una disonancia en la representación de la sociedad que le condujo a plantear que “algo está fallando” en la concepción de la democracia en Cataluña.
Segunda. ¿Es constitucional? Tras un análisis de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, particularmente la sentencia clave de 1994, sobre la ley de 1982, observó como las presiones políticas habían condicionado el fallo del alto tribunal y expresó sus dudas sobre la base jurídica de estas decisiones que se justifican en nombre no tanto del ordenamiento jurídico, sino de la “razón de Estado”. En este sentido, desarrolló una certera crítica sobre el concepto de lengua propia, fundamento teórico del andamiaje doctrinal de la actual política lingüística.
Tercera. ¿Es justa la Política Lingüística? Para responder a esta crucial cuestión apeló a un doble criterio. El del liberalismo igualitario y de la justicia multicultural, entendida como el respeto a la diferencia, deduciendo que la política lingüística vigente no cumple con ninguno de estos dos requisitos ya que ni respeta el principio de igualdad y pretende eliminar la pluralidad cultural mediante un proyecto homogenizador.
Turno de palabras
La exposición de Miley fue seguida por un animado e interesante debate donde fue preguntado por múltiples cuestiones sobre las implicaciones pedagógicas, sociales, políticas e históricas del pleito lingüístico e identitario de este país. El autor subrayó, entre las muchas de sus interesantes observaciones, que uno de los núcleos del problema radica en que la reivindicación del catalán está legitimada, en términos históricos, por la persecución que padeció durante el franquismo y por su papel durante la lucha democrática contra la dictadura, mientras que la reivindicación del castellano está asociada al autoritarismo franquista. En su opinión, hasta que no se deshaga este equívoco, será muy difícil combatir eficazmente la actual hegemonía del catalanismo.
El excelente trabajo de Miley, producto de un riguroso trabajo sociológico de campo, aporta una radiografía objetiva de la sociedad catalana, rompiendo con las falsas imágenes que ha difundido el catalanismo y saliéndose del marco del pensamiento nacionalmente correcto que impera en Cataluña. Por otro lado, desarrolla un profundo análisis teórico de carácter crítico sobre el papel de la política lingüística en el horizonte de las estrategias de “reconstrucción nacional” del catalanismo. Por todo lo cual este libro resulta una herramienta imprescindible para todos aquellos que deseen reflexionar objetiva y críticamente sobre la realidad del conflicto lingüístico e ideológico que atraviesa la vida pública catalana.
Antonio Santamaría. Periodista
18/12/2008
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