El agua es de todos y no es de nadie

El agua es de todos y no es de nadieEsta frase contiene dos afirmaciones contradictorias, aunque pretende conceptualizar la necesidad de que ese bien común no puede ser explotado por intereses particulares. A partir de ahí y con criterios espurios esta idea, en principio solidaria, se convierte en herramienta política entre los dos partidos mayoritarios (PSOE y PP) sacando partido los que la utilizan para reclamar que el todos al que ellos se refieren es un todos reducido y egoísta. Me refiero claro está a los partidos nacionalistas, grandes defensores de la parcialización de la solidaridad, comos si tal concepto pudiera partirse, como si el agua de todos solo fuera de unos cuantos.

El resultado de esta visión constreñida de los derechos humanos (solo tienen esos derechos los de mi nación, pueblo, identidad, territorio, …) es la auto asignación de competencias en la gestión del agua de ríos que pasan por su autonomía, pero no solo por su autonomía.

El ciudadano contempla sin inmutarse los cambios de parecer de unos y otros, estamos tan mediatizados que lo que era malo si lo hacia fulanito es bueno si lo hace uno de los míos. Hoy no hay toros y fútbol pero tenemos fútbol y culebrones cual opios del pueblo anestesiantes y además podemos mirarnos el ombligo cual si fuera el centro del mundo, siendo solo un inútil recuerdo de nuestro nacimiento lleno de pelusa y encima maloliente.

La ecología no puede ser un concepto estático que impida el desarrollo de la sociedad. Si ha de ser un elemento ético que impida que se hagan barbaridades que afecten al conjunto de la sociedad. El cambio climático es una realidad, independiente de que entre sus profetas los haya más o menos catastrofistas, pero considerar que un ecosistema ha de permanecer inalterable por secula seculorum es considerar la ecología como algo estático. La acción humana puede ser positiva o negativa y en ocasiones algo nefasto como la deforestación de los Monegros conllevó la creación del actual Delta del Ebro ese ecosistema que todos queremos conservar, pero no por que sea propiedad de nadie, si no por la riqueza del mismo. Doñana, Cabañeros y otras cuencas de ríos esta por debajo de sus cauces ecológicos. Recuperarlos y prever las carencias futuras ha de empezar hacerse hoy no posponerlo por criterios de oportunidad política. La tecnología ha de estar al servicio de la solidaridad, no solo de la rentabilidad.

Si Barcelona necesita agua hay que traerla, respetando el cauce ecológico del Ebro, del Rodano o del que sea y si la necesita Murcia y se puede también, con el mismo respeto y poniendo los medios tecnológicos en ello. No es cuestión de apostar por desaladoras o por trasvases, si no de utilizar lo más adecuado en cada ocasión.

Si consideramos que el agua es un bien de todos, las competencias sobre ella no pueden estar en manos de gobiernos autonómicos, si no del gobierno central. Iría más allá al reclamar una política del agua de ámbito europeo.

Existe un eslogan entre la izquierda antiglobalizadora: “pensar globalmente y actuar localmente”, la practica habitual es pensar localmente y actuar egoísta e insolidariamente. También abunda una idea de que los gobiernos pequeños por más cercanos a los ciudadanos funcionan mejor y no siempre es así, pues estos son más proclives a tener intereses insanos y el caciquismo es una consecuencia del localismo.

Son necesarios gobiernos de amplio ámbito que garantice la igualdad entre los ciudadanos. Dichos gobiernos precisan de un sistema de legitimación democrática y dado que estamos en un proceso de integración europeo es preciso caminar hacia una legitimación democrática de la UE con políticas de cohesión, igualdad y solidaridad.

El agua es un bien escaso que determina el desarrollo de las sociedades con su escasez o abundancia, el principio de solidaridad ha de ser criterio político prioritario en su gestión, el respeto a la naturaleza ha de impedir cualquier abuso, pero los criterios nunca pueden ser localistas o plantearse derechos territoriales sobre la misma. España necesita una política sobre el agua de ámbito nacional, hasta el momento inexistente.

Vicente Serrano (Secretario de ACP)

Barcelona, 26 de abril de 2008

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