Pijoprogres o el juego a la equidistancia

No hay mucho margen de duda. En Cataluña se han llevado la mayoría absoluta los 2 partidos integrados en la Internacional Liberal, que para quien no lo recuerde son Ciutadans/Ciudadanos y la versión actual de la antigua Convergència.

Sí, 2 partidos enfrentados pero en el trato a las clases populares muy, muy parejos, ambos liberales. Aunque también es verdad que la lista Puigdemont a nivel europeo está siendo muy bien acogida por la extrema derecha que se organiza en el Parlamento Europeo como grupo Europa de las Naciones y las Libertades.

¿Y los valores de Izquierda? Pues, tras el espejismo que supuso Podemos y sus diversas confluencias, hoy ya en clara vía de agotamiento, los valores de Izquierda van a tener que esperar a mejor ocasión para ser aplicados. ¿Cuánto tiempo habrá que esperar?  Pues dependerá de lo que tarden sus supuestos defensores en analizar bien la realidad y dejar de actuar sólo buscando satisfacer el ego personal de qué buenísimas personas somos los de izquierdas y que malos son los demás.

Y para analizar la realidad no vale sólo la foto actual sino el camino recorrido hasta llegar a ella. Y hay que hacerse preguntas, muchas preguntas. Y contestar sin apriorismos, sin verdades reveladas por ninguna fé, que somos laicos y deberíamos ser no dogmáticos.

Hace ya cerca de 30 años, buscando el PSUC, entré en su supuesta organización sucesora, Iniciativa per Catalunya. Era el resultado del acuerdo entre PSUC y un partido de nombre contradictorio llamado Nacionalistes d’Esquerres (nacionalistas de izquierdas), cuya principal figura era el cineasta Pere Portabella, el que cada año todavía hoy organiza el “suquet“, una comida en el Empordà donde se concentra la élite catalana.

Y ése es el camino que siguió y sigue Iniciativa per Catalunya, discurso social pero, en los hechos, estrecha colaboración con la derecha nacionalcatalanista. Por si acaso, Rafael Ribó (hoy premiado con el cargo de Síndic de Greuges) convirtió el PSUC en una fundación, la manera más segura de evitar que quienes más se opusieron al franquismo en Cataluña sacaran trapos sucios franquistas de las muchas familias que seguían ostentando el poder catalán.

A la par, el nacionalcatalanismo ya estaba pergeñando el siguiente paso. Para acabar con los restos del poder municipal obrerista se ideó la superación de la lucha de clases, la sociovergencia. El acuerdo de cogobernación municipal entre el socialismo catalán y los convergentes de Pujol era un paso de gigante pues al desaparecer como eje la lucha de clases el eje pasaba a ser el que al nacionalcatalanismo le convenía, el de la confrontación con España. Y, de paso, puso en práctica el primer “cordón sanitario político“ que cabe recordar, que no se aplicó al PP sino a Iniciativa y Esquerra Unida, perdiendo éstos todas sus alcaldías.

Que los partidos y sindicatos de referencia vayan dejando de serlo no quiere decir que la gente desaparezca. El cinturón rojo pasó a rosa socialista. Y quiso ganar. Creyó en Maragall y le dio más de 1 millón de votos para quitar a Pujol y sus políticas nacionalcatalanistas. Y Maragall traicionó a sus votantes e hizo aquello que el nacionalcatalanismo (del que él, su familia y entorno eran parte) quería, que era que el PSC no fuera obstáculo a sus planes y sólo quedara el PP como rival, el único rival que le convenía como tal.

Desde entonces, el PSC ha perdido cientos de miles de votos y no ha perdido más porque quien se los quita está en la derecha liberal, sino el PSC estaría ahora en el grupo mixto.

Podem-Podemos-Catalunya en Comú, en la medida que siguen la línea de Iniciativa per Catalunya y añadiéndole redoble de campanas que supone defender la plurinacionalidad en España pero la mononacionalidad en Cataluña no sirve como instrumento para tirar atrás las políticas supremacistas y antisociales del nacionalcatalanismo.

Todo esto tiene muchos matices que darían para mucho debate pero lo que no es un matiz y sí una realidad incontestable es que Ciutadans/Ciudadanos ha sacado más de 1 millón de votos y los ha conseguido en aquellos lugares donde Maragall consiguió la mayoría de su millón de votos. Esa es la realidad.

Decir que esa realidad se debe a que el cinturón rojo se ha vuelto facha o siente placer en ser sumiso es una solemne estupidez. Es entendible en los nacionalcatalanistas pues es una realidad que rompe su sueño de uniformidad identitaria de características definidas sólo por ellos. Para los demás es inentendible y totalmente inaceptable.

El pijoprogre es aquel que ve todos los males en el PP (y más recientemente también en Ciudadanos) y se niega a recordar cosas básicas como que Convergència votó a favor de la reforma laboral, que el gobierno independentista de la Generalitat no ha priorizado entre sus gastos los servicios sociales ó que en el Parlament, los días 6 y 7 de septiembre, se violentaron los derechos de una parte significativa de los catalanes con decisiones propias de regímenes que no alcanzan el calificativo de democráticos.

Los pijoprogres de toda España, respecto a la confrontación que se vive en Cataluña, han jugado al equidistante y la equidistancia, pero, por la distinta situación de fuerza, eso supone siempre apoyo al agresor y abandono a la víctima. En la sociedad catalana el agresor no puede ser otro que el poder catalán, políticamente reflejado en las 2 versiones de Junts pel Sí (ex Convergència y ERC ) y su hoja de ruta, cuyo punto final es quedarse con todo el poder sin el contrapeso del poder y la normativa española.

El pijoprogre pone mucho interés en ser guay, en oponerse al poder pero, eso sí, sin riesgos. En Cataluña es claramente más arriesgado enfrentarse al poder local (sirvan El Triangle y Els Joglars de ejemplo) que no enfrentarse al poder estatal, incluso cuando lo ejerce el PP.

Es a partir de esa necesidad de oposición pero con riesgo mínimo que se elabora el catecismo de la religión pijoprogre. Entre sus mandamientos destacan apriorismos tan sorprendentes como:

  • Distinguir entre nacionalismos buenos y nacionalismos malos.
  • Despreciar a la iglesia que apoya al nacionalismo malo y ver con buenos ojos a la iglesia del nacionalismo bueno. Que en ambos casos coincida la misma iglesia no importa porque para los pijoprogres lo que no conviene se ignora intencionadamente, ya sea que los tercios de Montserrat lucharon por Franco ó que son tan benedictinos los monjes de Montserrat como los del Valle de los caídos.
  • Afirmar que la única derecha, que es además rancia y retrógrada, está en territorios que fueron del reino de Castilla excepto, por supuesto, el País Vasco. (Ni Sabino Arana, ni Heribert Barrera, ni Estat Català, ni… fueron nunca xenófobos y, por si acaso, de eso no se habla, no vaya a ser que haya que pensar).
  • Ser muy enemigos de la violencia física a la par que olvidan que estamos en la OTAN que es el mayor ejerciente de violencia física del planeta (las manifestaciones son para acoger refugiados y no para atacar nuestro papel en lo que genera refugiados). Tampoco piden la disolución de los antidisturbios, seguramente porque cuando manden ellos repartirán flores en vez de estopa.
  • Negar la obviedad que el independentismo es apoyado a nivel europeo básicamente por partidos y eurodiputados que los mismos pijoprogres ubican en la extrema derecha como Nueva Alianza Flamenca, Lega Nord ó Nigel Farage.

Y ya se sabe, lo que es peor que un enemigo es un traidor. Un enemigo te habla de liberalizar el mercado laboral, que ya sabes que te jode pero, al menos, no te engaña. El traidor es el que se olvida que Convergència i Unió también votó la reforma laboral y no ubica a esa formación y a los que se alían con ella (recuerden Junts pel Sí) en la derecha.

La gente confía en lo que ve y sólo castiga la corrupción y la desigualdad si ve una propuesta razonable. En Cataluña la corrupción y la desigualdad la encarna muy mayoritariamente todo el movimiento que envuelve y protege a los exconvergentes, lo que, en resumidas cuentas, se conoce como procés.

Si el cinturón rojo y los barrios obreros han votado el 21 de diciembre mayoritariamente a Ciudadanos no es que hayan cambiado de color político, es que no se fían de quienes han apoyado y apoyan al procés, que es el gran manto bajo el que ocultar la corrupción y desigualdad vivida. No es tanto un voto en positivo a Ciudadanos sino un voto muy crítico contra la inmensa estupidez pijoprogre que ha visto retorno franquista en las banderas españolas y no ha querido ver supremacismo retrógrada, imposición y división social en algo tan enemigo de la convivencia como las esteladas en las instituciones públicas, que los que tanto se llenan la boca de democracia las pusieron y ponen bajo el profundo criterio democrático de “porque me sale de las pelotas“. ¿En qué municipio se ha votado para incorporarse a Municipis per la Independència? EN NINGUNO.

Si queremos una Hacienda que recaude hemos de acabar con los paraísos fiscales, si queremos trabajos relativamente estables y decentemente remunerados hemos de acabar con las diferencias de normativa laboral, fiscal y medioambiental entre Estados. Trocear Estados es sólo hacerle el juego al capitalismo más feroz y no querer alcanzar nunca estos objetivos.

Estamos en sociedades abiertas y con gran movilidad. Justificar nuevos Estados en base a elementos étnico-culturales es sólo querer dar ventaja a las familias más antiguas asentadas en el lugar respecto a las que llegaron más tarde y las que van llegando. Claramente eso es la ANTIIZQUIERDA.  Dicen “Volem votar“ cuando cualquiera, a poquito que observe y piense, sabe que lo que están realmente diciendo es “volem consolidar privilegis“.

Y, en esencia, esto es lo que se ha dilucidado en estas elecciones catalanas. Una pugna entre los que quieren consolidar privilegios y los que no quieren que los primeros los consoliden porque saben esos privilegios van en detrimento suyo, llevan muchos años viéndolo y no va a haber nada nuevo bajo el sol.

Sin una propuesta coherente, razonablemente completa y que vea a todas las derechas como lo que son, derecha, y las trate sin distinción nos pasaremos la vida en la verborrea de la crítica y queja bien hecha pero sin una propuesta alternativa al actual orden de cosas que sea atrayente también para los barrios obreros.

Eso va a ser muy difícil si siguen siendo pijoprogres buena parte de los dirigentes políticos, sindicales y de opinión de la izquierda ó del progresismo en sentido más amplio.

 

Pedro Fernández Herrero

Vicepresidente de Alternativa Ciudadana Progresista

CronicaPopular. 29 diciembre, 2017

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