¡Calma, que no llegue la sangre al río

¡Calma, que no llegue la sangre al río, por fa¡ Lo que pasa es que de tanto mangonear palabras que encierran realidades terribles como fueron el facismo y el nazismo. Con ello hemos contribuido a desvirtuarlas casi por completo. Es lo que tiene no utilizar otros términos mucho más adecuados y más en un idioma tan rico como es el castellano.

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