Un proverbio bantú dice que "no se cava con el mango de la azada, pero, el mango ayuda a cavar".
En los primeros años de educación, las circunstancias humanas y estructurales que el alumno se encuentra son, especialmente, definitorias de su posterior desarrollo personal.
Lo óptimo, en nuestra privilegiada situación occidental, podría definirse por: clases con pocos alumnos y de perfil homogeneo; profesorado con empleo estable, respetado y competente; buenas instalaciones escolares, tanto para las actividades intraescolares (laboratorios, gimnasios, etc.) como para las extraescolares… etc.
Nuestro Estado del Bienestar debería permitir a todos alcanzar ese óptimo, o, al menos, acercarse en la medida de lo posible a su obtención, para garantizar la imprescindible igualdad de oportunidades. En definitiva, la red educativa pública, que asume el 61,5% del alumnado en Cataluña, debería ser de similar calidad a la que ofrece la privada.
Sin embargo, nuestro sistema público de educación obligatoria, aún, permite que determinados alumnos sufran una "enseñanza de segunda": clases con muchos alumnos y de perfil heterogéneo; profesorado inestable, poco respetado y de competencia dudosa; inexistencia de instalaciones escolares, pues, eso supone, en definitiva, los "barracones" (eufemísticamente llamados, "módulos prefabricados") en los que, según datos de la propia Generalitat de Cataluña, comenzarán el curso 2007-2008, un total de 20.310 alumnos; etc. Y todo ello sin entrar a valorar los contenidos educativos que, en esas circunstancias, se ofrecen y el empeño en imponer una lengua ofical como "vehicular" sobre la otra (no es, entonces, difícil aventurar en que segmentos de población se cebará, en mayor medida, el temido fracaso escolar).
De todo ello es consciente todo el mundo, y, en especial, nuestro Molt Honorable President de la Generalitat, José Montilla i Aguilera… ya saben, aquel "socialista" que manifestó que no era andaluz, sino, que "sólo" había nacido en Andalucía.
Nuestro President lo tiene tan claro que, por supuesto, huye, despavorido, de la educación pública para sus hijos y los acomoda, como no, en un prestigioso colegio privado. Y es que, ¿no queremos lo mejor para nuestros hijos?
Me viene a la memoria un párrafo de Jacques Germain (extraído de su libro Le capialisme en question): "…contrariamente a los que nos repite una hábil e insidiosa propanganda, la sociedad occidental no es, ni con mucho, una sociedad sin clases. En los EE.UU., lo mismo que en Europa, el poder económico continúa siendo el privilegio de una oligarquía y se transmite por vía hereditaria o por cooptación, de forma análoga a como se transmitía el poder político bajo el antiguo régimen…".
¡Qué lástima que la denuncia recogida en un libro escrito en 1960 esté, todavía, vigente en nuestro entorno cercano!
En Cataluña, por lo que hace a la educación, aún, hay clases….aunque pensándolo bien, para algunos, ni eso.
Antonio F. Ordoñez (3.09.2007)
antonioordonez@alternativaciudadana.es
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