Como Otegi estará pontificando el 27 en el Ateneu de Barcelona con David Fernàndez sobre las bondades del estado propio -curiosa obsesión privativa para quien se define de izquierda- me ha parecido oportuno este recordatorio telegráfico del repertorio de prácticas de sus valedores. Y recordaréis el paraguas de López de Lacalle, asesinado el mismo año que Buesa y Lluch mientras los etnopacistas de allá y de acá pedían diálogo y negociación y denunciaban la perversidad de las respuestas judiciales y policiales. Parece que los radicales soberanistas necesitan el lustre de unos mártires de diseño. Allí fue paz por derecho a decidir, ¿será aquí Otegi por presupuestos?
¿O quizás son manías mías? No querría maltratar vuestra confianza.
Comentario de un lector que nos adjunta este artículo.
Consideramos que es una introducción al mismo imprescindible.
Tiro al Perro
A S.A. le entraron de noche en la finca e hicieron pintadas a los caballos. ¡Cómo brillaba el GORA ETA en aquellos lomos asustados! A J.L.V., tras darle fuego al coche de su mujer, le enviaron la llave del portal con una amable nota: “Tenemos 47 copias y 47 personas dispuestas a darlo todo por eliminarte”. A M.T.C. e I.L. les atacaron a menudo la librería y una vez montaron una hoguera con los libros. Los nazis hicieron lo mismo con los de Freud y él se equivocó: “Es el progreso, en la Edad Media me habrían quemado a mí”. A J.R, seis décadas más tarde, le lanzaron una lluvia de cócteles, le abrasaron el 55% del cuerpo y le desintegraron la cara. Ahora es otro. Heine anduvo más certero: “Donde queman libros quemarán a seres humanos”.
A C.O. le asesinaron al hermano y por honrar la reliquia le pedían luego a gritos: “¡Hija de puta, devuélvenos la bala!”. A J.A.M. le destrozaron el medio de vida -una ferretería- y a P.E. -una furgoneta y utensilios de jardinería-. A A.S. lo lincharon casi hasta la muerte entre 17 púgiles y solo uno se mostró arrepentido de tan justo combate. A J.Y. al menos lo trataron de don Javier antes de secuestrarlo y matarlo. Había hierba en su estómago, o quizás caracoles como en las tripas de los fusilados de San Cristóbal. A J.M.A. le recordaban cómo evitar ese destino: “¡A., paga y calla!”. ¿Seguimos?
Y es que algunos ya reducen el llamado conflicto a una mera lucha, dos bandos, demasiado larga. Y no: muchísimo más que un ajedrez bélico, fue un buceo profundo en un pozo séptico de inhumanidad. Una cosa es mirar adelante y otra romper el retrovisor. A M.A. se le colaron en casa y le metieron un tiro en la frente a su perro. Por txakurra.
Por Xabi Larrañaga
Noticias de Navarra. Sábado, 21 de Enero de 2017
Los que hicieron eso y los asesinos de Atocha : LA MISMA MIERDA
Lo mismo.:-(