I.
Parece inevitable: hay que hablar de la(s) pregunta(s) de la “consulta-referéndum” y del nuevo período político de agitación que se abre con el acuerdo entre algunas fuerzas políticas del Parlamento catalán: CiU, ERC, ICV-EUiA y CUP.
Unas observaciones previas:
Joan Herrera ha señalado que lo anunciado en la mañana del jueves, el mismo día en el que se abría el congreso “científico” “España contra Catalunya (1714-2014)”, tan solo es una propuesta de acuerdo. La tendrán que validar los órganos de gobierno de cada partido de la coalición. El resultado está cantado: crónica de una predicción anunciada.
Herrera, en todo caso, se ha mostrado cómodo con el acuerdo. ¿Razones de su comodidad? “Permite sumar desde la transversalidad y permite suscitar una gran mayoría a favor de cambiar la relación con el Estado”. Más aún: “La propuesta consigue lo que parecía imposible: sumar independentistas y federalistas”. ¿Y eso cómo se come y cómo se hace, cómo se suman cantidades tan heterogéneas? ¿Independentistas y federalistas? ¿Limones y planetas de otras galaxias? ¿Cambiar la relación con el Estado es postular el abandono de ese Estado y la creación de otro distinto? ¿Eso es cambiar relaciones?
También han dicho la suya los diputados de la CUP David Fernández y Quim Arrufat. Este último ha señalado que la manera en que se ha desarrollado la negociación “tiene la virtud de haber conseguido un acuerdo rápido, pero la desventaja de no haber contado con la participación de la sociedad”. No parece una observación baladí esto último dicho por alguien que es diputado de una fuerza política que lleva el nombre que lleva y pone permanentemente el acento en la participación activa de la ciudadanía en los asuntos de la polis, de la comunidad, y niega a un tiempo el papel usualmente otorgado a los políticos y a la política profesional como asuntos de élites y de gentes muy preparadas.
Más allá de eso, las finalidades de agitación –que no implican necesariamente la imposibilidad de algún tipo de consulta- son evidentes. En una tertulia de unas dos horas, en la noche del jueves, en la televisión privada de los Godó, en la que participaron unos 15 contertulios (algunos de ellos y una de ellas, conocidos independentistas nacionalistas muy felices de hacerse conocido), preguntados directamente por el presentador-estrella Josep Cuní sobre si consideraban posible o muy probable la celebración de la consulta el 9 de noviembre, doce de ellos respondieron negativamente y tres manifestaron dudas al respecto. Ninguno de ellos, salvo error por mi parte, respondió claramente con un sí.
Una primera aproximación a los vértices consultivos. En el supuesto de la celebración de la “consulta”, no será muy difícil interpretar la abstención; tampoco el voto en blanco. Algo más complicado será leer el voto nulo (el NO-NO, incomprensiblemente, no está permitido). El significado del Sí-Sí es evidente: apuesta por el independentismo, por la formación de un Estado. Otro que, en principio, no tendría nada que ver institucionalmente con el resto de lo que quedara de España (incluyendo aquí a los otros “países catalanes”). ¿Cómo leer el No? ¿Cómo interpretar el Sí-No? ¿Los primeros serían todos votos rancio-españolistas? ¿Los segundos serían todos confederalistas? ¿Apostarían por un Estado libre asociado?
Por cierto, ¿qué podrá votar un federalista, alguien que defiende la República Federal, la opción que tradicionalmente apoyó la izquierda catalana (y española)? El esquema, se dice, se repite, se publicita, es inclusivo. ¿De verdad?
Por lo demás, y como estrategia de diseño electoral: ¿el Sí-Sí independentista –no complejo, afirmativo, no negativo- no facilita (incluso psicológicamente) la votación por esta opción?
La señora Pilar Rahola, entre otros portavoces y publicistas independentistas, han recordado el antecedente de Puerto Rico al hablar de una pregunta en dos fases. Tomo pie aquí en observaciones del historiador José Luis Martín Ramos, cuyas reflexiones sobre el proceso me siguen pareciendo (son de hecho) esenciales: en Puerto Rico se planteó un referéndum con dos preguntas en el que la pregunta determinante estaba en primer lugar: ¿quiere usted seguir manteniendo la actual relación con Estados Unidos?. La segunda discriminaba el resultado de la primera con tres caminos diferenciados y claros: desea la independencia, desea ser un Estado de la Unión o desea seguir siendo, con otros contenidos, un estado libre asociado. Las dos preguntas encadenadas recogían con nitidez -y separando lo que tiene que separarse- todas las opciones políticas entonces vigentes en la comunidad puertorriqueña. No es el caso, como he señalado, en el cuestionario anunciado aquí en Cataluña. La consulta catalana, si fuera el caso, no será como la consulta puertorriqueña.
El No-No, señalaba anteriormente, no está permitido. ¡Será voto nulo! No parece razonable ni incluso democrático. Alguien vota NO a la primera pregunta, no quiere que Cataluña sea un Estado, y vuelve a votar que NO en la segunda pregunta, como mal menor si se quiere, en el supuesto de que el Sí fuera triunfador en la primera. No deseo que Cataluña sea un estado y, si lo fuera, no quiero que sea un estado independiente.
Por lo demás, ¿sabemos de qué hablamos cuando hablamos de Cataluña como Estado? ¿No lo es actualmente siendo, como es, parte de un Estado?
Lo dejamos. ¿Se me permite un toque de humor? Es un chiste que corre en la red; Clara Valverde me lo ha hecho llegar:
“- Hola vengo por lo de la consulta
– Pero si no es hasta el 9 de noviembre del 2014.
– No, no, la consulta es para lo de mi hígado
– Ah, esa no es hasta el 2018. Sigue en la lista de espera.”
Conclusión: la ruptura social sigue avanzando (nada que ver con asuntos de equidad y justicia); la clase trabajadora realmente existente no cuenta un higo en este asunto y la hegemonía de la ideología independentista -antiespañola y olé: ¡España, donde todo es uno y lo mismo, nos roba y nos explota!- goza, por el momento, de una hegemonía aplastante.
II.
Más muertes.
Fallece Alik en el CIE de Barcelona, el 3 de diciembre. Unos treinta compañeros suyos deciden protestar con una huelga de hambre por una muerte que consideran “no natural”.
¿Alik fue un ciudadano violento? ¿Fue suicidio? ¿Por qué se intenta expulsar a sus compañeros de celda?
Vean http://www.youtube.com/watch?v=ahIGF558V60
III.
Presupuestos de 2014 y descenso en los presupuestos de Educación y Universidades desde 2010 (en millones de euros reuniendo el gastos universitario y no universitario), algunos ejemplos: Ministerio Educación: 2.150 (-30,4%, descenso de 942 millones); Madrid, 4.143 millones, -13,4%; Castilla la Mancha: 1.419, -31,1%, País Valencia: 3.896, -12,2%.
En el caso de Cataluña, con fuerte dotación a la concertada (que es asunto privado, de determinada orientación político-cultural y de negocios en última y acaso en primera instancia): 4.790 millones, -24,1% .
La subvención-estafa de centros privados sube un 14,6% en el conjunto de España y un 18,5% en Cataluña. Catalonia is not Spain!
IV.
Un juzgado de El Vendrell (Tarragona) ha imputado a 8 Mossos (a los que también investiga por negligencia: drogas en la celda del detenido), a una doctora y a una enfermera por el homicidio imprudente del ciudadano Yassir. Veintisiete años, fallecido en los calabozos de la policía catalana el pasado 31 de julio. Había sido detenido por el robo de un televisor.
El gobierno de la Generalitat, como era de esperar, apoya a los agentes. Versión policial: Yassir quería autolesionarse; le esposaron; le pusieron un casco (para evitar que se hiriese); poco después lo hallaron inconsciente.
V.
Juan Sisinio Pérez Garzón, comentando el congreso de la España que combate contra Cataluña, se ha expresado en estos términos sobre la plurinacionalidad de España: “se puede definir con buenos argumentos que España es una realidad plurinacional. De ningún modo es una creación maquiavélica cuya meta sea oprimir a Cataluña. Al contrario, España es el resultado de una largo proceso histórico que cuaja sobre todo como propuesta de Estado-nación en las Cortes de Cádiz, en la famosa Constitución de Cádiz, cuando en 1812 se definió España como “el conjunto de españoles de ambos hemisferios”, con el afán de construir un Estado-nación cuyas fronteras incluyeran al enorme continente americano”.
En los largos y densos debates que se desarrollaron en aquellas Cortes, prosigue, “nunca hubo duda por parte de los diputados que representaban al Principado de que Cataluña era parte de aquel programa español, aunque no hubo lógicamente unanimidad en el concepto de Estado, en el modo de representación de los territorios y en la conservación de las diferentes legislaciones”.
Por lo demás, “definir España como plurinacional es algo que no debe asustarnos. De los casi 200 Estados que hay en reconocidos en la ONU, sólo 25 Estados son lingüísticamente homogéneos y apenas 30 los que respondían al ideal de correspondencia biunívoca entre nación y Estado. Quiero decir que la anomalía es el Estado construido sobre una sola identidad nacional tan homogénea como compacta. Lo habitual y predominante es lo contrario”.
A esto se añade otra nueva realidad identitaria, comenta: el reciente proceso de inmigración que ha situado a comunidades como la catalana o la madrileña con un 20% de población que ha llegado en los últimos veinte años y que tiene, en muchos casos, “el bagaje de otras lenguas maternas, otras religiones e incluso otras lealtades patrióticas. Baste recordar que en Barcelona o Madrid hay colegios de primaria donde pueden encontrarse hasta 40 idiomas maternos distintos”.
Por eso, concluye, “deberíamos visualizar las naciones y las identidades culturales y cualquier tipo de identidad como juegos de muñecas rusas, valga la comparación, pero nunca como bolas de billar compactas y homogéneas internamente que chocan entre sí sobre el tapete de un mismo Estado o pacto político”.
VI.
La posición del historiador Francisco Morente no está muy alejada: “La sociedad catalana ha tenido un papel de primer orden en la historia contemporánea española desde cualquier punto de vista que se mire la cuestión. Podríamos discutir si en algún aspecto (por ejemplo, la presencia de catalanes al frente del poder ejecutivo), ese papel podría y debería haber sido mayor (y, en el ejemplo anterior, yo creo que rotundamente sí), pero eso no convierte a “Cataluña” en un agente marginal en la historia española, por supuesto”.
Tampoco cree Morente que haya habido una política sistemática, continua y deliberada de frenar el desarrollo económico catalán por parte de los poderes políticos españoles. “Si así fuera, habría que concluir que tales planes han resultado bastante ineficaces. Lo cierto es que han sido muchos los momentos de la historia contemporánea española en los que los intereses económicos catalanes han estado bien representados en “Madrid” y, como consecuencia de ello, así como de la capacidad para establecer alianzas con otros sectores poderosos de la economía española, las políticas económicas seguidas por los gobiernos españoles han servido a los intereses de las élites económicas catalanas. El proteccionismo de determinadas épocas o la política colonial de finales del XIX, por ejemplo, respondían a los intereses (no solo, es cierto, pero sí de forma clara) de la burguesía industrial y comercial catalana”.
Sí cree, en cambio, que tiene claramente más fundamento la queja sobre las políticas lingüísticas y culturales. “Desde la Nueva Planta hay una política oficial de preeminencia de la lengua castellana y de arrinconamiento de la catalana. Esa política se aplica, sin embargo, con grados diversos de intensidad a lo largo de estos trescientos años y, durante largos períodos, sin efectos catastróficos. No por falta de intención, probablemente, sino por falta de medios y decisión política. Lo cierto es que a finales del XIX la población catalana seguía hablando mayoritariamente en catalán, y si muchos catalanes no sabían escribir o leer su lengua, otro tanto ocurría con la mayoría de españoles castellanohablantes, que tampoco sabían leer ni escribir la suya; en la base de esto último estaba la falta de una apuesta clara del Estado por la escolarización general de la población. Así, por razones diferentes (pero con los mismos efectos), los catalanes eran analfabetos en su lengua como lo eran los castellanos, extremeños, aragoneses o andaluces en la suya. Y en proporciones pavorosas”.
Esa política discriminadora del catalán, señala finalmente, sí pasó a tener efectos muy negativos cuando, desde principios del siglo XX, “empiezan a hacerse esfuerzos más o menos significativos en el ámbito de la política educativa que permiten empezar a reducir las tasas de analfabetismo y aumentar poco a poco las tasas de escolarización de la población infantil. Y es entonces cuando etapas como la dictadura de Primo de Rivera o, mucho más, la dictadura del general Franco suponen verdaderos intentos de reducir el catalán a una lengua puramente familiar, sin presencia en el espacio público”.
No es el caso, desde luego, desde hace unos 35 años
VII
298 pisos de alquiler social han sido privatizados en la ciudad de Barcelona. Por 11 millones. Azora ha adquirido cuatro bloques de pisos Regesa.
Operación inmobiliaria antiobrera similar en Madrid.
VIII.
El Hospital de Sant Pau retrasó durante cuatro horas una intervención a un enfermo de la sanidad pública que requería una intervención urgente para atender a un paciente privado.
La modernidad según el conseller catalán del Territorio.
IX.
Panrico ha demandado a los huelguistas. Por cuatro millones. El mundo al revés. ¡Los fondos de inversión son las víctimas de esta sociedad en manos de colectivos obreros violentos!
X.
Han muerto aplastados por una roca dos mineros en las minas de Súria a principios de diciembre.
El más joven, Closa, era hijo de minero. Deja mujer embarazada y una hija de 11 años.
¿Quiénes asistieron a su entierro?
¿Quién hablará de ellos una vez muertos?
Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic – Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia)
Salvador López Arnal, Rebelión, 14-12-2013
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