Todo es opinable, Paisano, desde luego;

Todo es opinable, Paisano, desde luego; y tus argumentos no carecen de fundamento, pero yo no los comparto. Las razones de la Historia no son las de la lógica, sino hechos de poder. La soberanía no procede, en última instancia, de la lógica, sino de la fuerza, con los argumentos de la historia que son los del poder. Para discutir eficazmente de soberanía hay que disponer de la fuerza. Y si no se dispone de ella (que obviamente no disponemos) se hace el ridículo. Y, en mi opinión, se hace doblemente el ridículo cuando se reclama la soberanía de Gibraltar, mientras se defiende la de Ceuta y Melilla. Claro que son situaciones diferentes, pero son absolutamente similares y las diferencias son irrelevantes. El hecho esencial es el territorial, que es semejante. ¿Por qué tendría menos peso una cesión territorial firmada por un Estado Soberano en un Tratado Internacional, que una ocupación previa a la conformación de un Estado que nunca firmó ni reconoció esa ocupacion? Razones lógicas se encuentran para todos los gustos, pero la única razón válida en estos casos es la de la fuerza. Y mientras no tengamos la fuerza, el único camino eficaz es dar de verdad los pasos necesarios y poner los medios para que Gibraltar deje de ser un «turbio y buen negocio». Sólo en ese caso, se abriría la posibilidad de empezar a poder negociar.

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