«Si no quieren que los políticos les roben, hagan política»

Foto: Kim Manresa

Alessandro Di Battista, diputado del Movimiento 5 Estrellas

Tengo 34 años y soy vicepresidente de la comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de Italia. Es posible hacer política sin corrupción. La política, o la haces o te la hacen: si no la haces y no te implicas cada día, no tienes derecho a criticarla. Colaboro con la UIMP-Barcelona

Lluís Amiguet.- ¿Cuánto cobra usted?
El sueldo de un diputado italiano es de 14.000 euros al mes.

No está mal.
Pero los diputados del Movimiento 5 Estrellas (M5E) sólo nos quedamos 3.000 y devolvemos 11.000 al Estado, es decir, al ciudadano. Desde que los diputados y senadores del M5E fuimos elegidos hace dos meses y medio ya hemos ahorrado al ciudadano dos millones y medio de euros.

Alguno de sus diputados quiso cobrar.
Fuimos 163 los electos del M5E, pero, sí, luego hubo seis que prefirieron quedarse el sueldo íntegro y se pasaron al grupo mixto.

¿Cómo se metió usted en política?
Estaba harto de que nos robaran los políticos de los partidos. Estudié Letras y Arte en la Universidad de Roma y trabajaba en una oenegé. Y un día entré en una web y empecé una discusión sobre la ciudad con un grupo en Meetup que se reunía en un bar de mi barrio en Roma. Y hablamos de política.

¿Cuántos eran?
Diez: desde uno que trabajaba en un mercado hasta un abogado… Y yo. Usted también podría haber estado allí, como cualquiera de sus lectores. Sólo éramos gente normal.

¿Qué hicieron?
Hablar de la limpieza de las calles, los robos, el paro… De Roma y de Italia.

¿Sin meterse en política?
Dejemos una cosa clara: si quieres que gestionen bien tu ciudad o tu país, tienes que fiscalizar a tus representantes: influirles, y, si puedes, presentarte tú a hacer política. Yo recibo correos cada día con opiniones de quienes me votaron. Hacemos política.

No todo el mundo sabe o puede.
Todos podemos participar. En el 2008 decidimos concurrir a las municipales con una pregunta: «¿Por qué los ciudadanos normales no pueden presentarse a las elecciones?».

¿Con qué dinero?
Yo puse diez euros, y los demás, cifras por el estilo. Y sacamos un tres por ciento de los votos. Nos parecieron muchísimos.

Era muchos votos. ¿Y no tenían jefe?
Ni teníamos ni lo tenemos. Nos poníamos de acuerdo entre todos y cada uno se encargaba de una tarea. Seguimos haciéndolo así.

¿Y Beppe Grillo no es el jefe?
Sólo es nuestro megáfono. Ni decide las listas, ni los candidatos, ni el programa, ni controla un solo euro del presupuesto ni me ha llamado nunca para darme indicaciones.

Pues parece que tiene mal genio.
Le leemos, por supuesto, pero no tiene ningún cargo ni responsabilidad en el M5E.

¿Quién da órdenes a los diputados?
Tenemos un jefe de grupo oficial que cambiamos cada tres meses. Nos reunimos en asamblea; cada comisión en una, y tomamos las grandes decisiones en una conjunta.

Pero si en una escalera de vecinos ya se montan líos…, ¡imagínese en política!
¿Acaso los vecinos no acaban decidiendo todo entre ellos? Los ciudadanos tampoco necesitamos el conglomerado de empresarios que pagan y pasan factura al presupuesto público; políticos que cobran y periódicos que cobran y callan… ¡Se ríen de nosotros!

También hay demócratas que no creen en las asambleas, porque las han sufrido.
Al principio es cansado. A nosotros también nos costaba, pero, poco a poco, hemos ido conociéndonos y ahora la asamblea de diputados del M5E toma decisiones con fluidez.

¿Cómo le eligieron a usted?
Tras aquellas elecciones del 2008 escribí un libro sobre los sicarios de Latinoamérica: ¿sabe que en Guatemala matan por cinco euros? Y trabajé con oenegés en África. Y estaba en Lisboa aprendiendo portugués mientras sacaba muebles de los desvanes por diez euros al día, cuando recibí un correo…

¿Qué decía?
Era del M5E. Habían visto que ya había sido candidato y me invitaban a presentarme a las elecciones primarias abiertas a todos en internet para decidir sus listas. Acepté.

Y quedó el cuarto por Roma.
Nos presentamos en internet 72 candidatos sin antecedentes penales y sin haber militado en un partido. Y en la lista entramos 40.

¿Cuántos votos sacaron en toda Italia?
Nueve millones: el 25 por ciento.

Parece que se está desinflando el M5E.
Sólo es una crisis de crecimiento. Piense que logramos la cuarta parte de los votos de toda Italia en sólo dos meses y medio de campaña, pagada por microdonaciones en internet: 700.000 euros -yo puse veinte-, de los que sólo gastamos 300.000. El resto fue para las víctimas del terremoto de Emilia.

¿Y el gasto de hoteles, locales, carteles, cenas, propaganda, autobuses?
Hoy ya no hace falta todo eso. Los partidos no necesitan subvenciones del Estado. Nosotros ni siquiera tenemos locales.

¿Basta con reunirse en la red?
Quedamos en la red, pero nos reunimos cara a cara en bares o lugares públicos.

Se negaron a apoyar a la izquierda y eso era dar oxígeno a Berlusconi.
Izquierda y derecha es la misma corrupción. Que los condenados no entren en el Parlamento ¿es de izquierdas o derechas?

Me gustaría verles dentro de cinco años.
Y a mí. Y estoy convencido de que no seremos un partido político más.

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CON VOTAR NO BASTA

Democracia no es votar un día cada cuatro años y quejarse el resto. Si nos limitamos cómodamente a eso -advierte Di Battista-, también deberemos aceptar que los partidos pidan sobornos a las constructoras a cambio de adjudicarles obras cuyo sobrecoste pagamos todos. La alternativa no es votar -ya sin intermediarios de partido- a Ferrovial o a OHL, ni depositar el voto con un resignado «espero que me roben poco» o un localista «al menos que me roben los de aquí», sino afiliarse a los partidos, regenerarlos desde dentro y forzar primarias. O crear otras organizaciones democráticas. O volver a votar a los de siempre… «Pero luego -concluye el diputado- no se quejen».

La Vanguardia (24.07.2013)

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