Las siglas son relativamente importantes, lo verdaderamente decisivo son las ideas y los programas que se derivan de ellas. Falta una cultura de clase, de clase obrera, que nutra los partidos de izquierdas y sea permeable a la sociedad. La interpretación conservadora de Keynes, la que conduce a un mero consumismo hedonista, satisfecho con el sistema, ha muerto devorada por el neoliberalismo; la clase media trabajadora se está lumpenizando y todavía no se lo cree. El aumento de la demanda nos ayudará a salir de la crisis, pero el socialismo es otra cosa. Tenemos que reactivarlo, en los partidos, los sindicatos, la calle y la vida diaria de cada uno. Hasta lograr la hegemonía de la que hablaba Gramsci.
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