No sé hasta que punto la infanta estaría enterada de los negocietes de su marido, pero me respecto a su papel me hacer recordar lo de «laissez faire». O aquello, de oir, ver y callar. Sea lo que sea, estoy de acuerdo con Antonio en que todo lo que pueda afectar a las altezas y a los monarcas a la española, son materia reservada, por no decir, tabu. Desde luego al Juan Carlos y a La Sofia les ha salido rana los yernos; primero fue Marichalar, y ahora, Urdagarin. Ya veremos con la Letizia. ¿Y por qué tenemos que aguantar a una monarquía que nos fue impuesta con calzador por el enano dictador difunto?
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