Thomas Pogge: «La revolución política ya no es viable»
El filósofo explica que con la redistribución del 2% de los recursos se acabaría con la pobreza mundial
El alemán Thomas Pogge, filósofo, profesor de la Universidad de Yale y promotor del Fondo de Impacto sobre la Salud (HIF, en inglés), es una de las voces críticas con el sistema que estrangula a los países pobres hasta la extenuación. Visitó Barcelona invitado por el CCCB.
¿La responsabilidad es de los ricos y de las corruptelas en países pobres?
En los países pobres hay élites corruptas. Pero es que los ricos no pagan impuestos por la extracción de recursos y le dan dinero a estas élites.
¿Y cómo se cambia esto?
Es difícil porque son los países ricos los que hacen unas leyes que les favorecen. Hay que romper ese círculo buscando una fórmula que sea buena para las élites y para los pobres
¿Es posible?
La HIF lo hace. No recompensa a las farmacéuticas por las patentes sino por el impacto que las medicinas tienen en la ciudadanía. Son medicamentos para enfermedades de pobres que no son rentables.
¿Y ha roto el círculo vicioso?
Sí, tenemos que encontrar caminos en que las élites se interesen por proyectos y políticas que beneficien a los pobres. La HIF mejora la imagen de las farmacéuticas y favorece a los pobres. Hay que avanzar hacia una reforma inteligente, donde todos ganen, sin confrontación.
¿Adiós a las revoluciones?
Creo que la revolución política ya no es viable, no moviliza, y hay que buscar otra manera de distribuir la riqueza más igualitaria
¿Hay recursos para todos?
Sí, absolutamente. Tres cuartas partes de los más pobres disponen del 1% de los ingresos por hogar. Si tuvieran un 2% más, la pobreza extrema se erradicaría. Y es posible. Con un crecimiento demográfico sostenido se favorece la reducción de la pobreza.
¿Es cuestión sólo de un 2%?
La mayoría de la gente no se da cuenta de que la pobreza es un grandísimo problema en términos humanos pero pequeñísimo en económicos. La mitad de la población vive con menos del 3% de los recursos. Si pasaran del 3% al 5% sería suficiente para que dejaran de ser pobres extremos. Así, que la otra mitad que posee el 97% de esa riqueza aún mantendría el 95%. ¡Es un gran trato! Hace 100 años era muy caro erradicar la pobreza pero hoy, con la tecnología, erradicarla no es caro.
Dar ¿a quién? ¿A ONG?
Hay que ser responsable de a quién damos dinero. Esa ayuda tiene que llegar. Hay ONG que son un fracaso pero muchas hacen un buen trabajo.
Ese es un modelo ya viejo.
Lo más importante no es dar dinero sino cambiar las reglas que mantienen el actual modelo. Los países ricos destinan billones de dólares en mantener su agricultura y evitan que los pobres puedan competir. Por cada agricultor que conservamos en los países ricos, arruinamos a 20 pobres.
Usted ha dicho que los ricos matamos a los pobres.
Lo creo. Hay leyes que matan a mucha gente y estas leyes se deciden en los países ricos y se implantan en los pobres.
¿Ve el fin de la pobreza?
Como predicción soy pesimista. En países ricos, como EE UU, los pobres no están participando del crecimiento y la brecha entre la sociedad rica y la pobre es cada vez mayor.
¿No deja sitio al optimismo?
Tengo dos mensajes positivos. Si tu 2% de riqueza decides aportarlo a reducir la pobreza y escoges con cuidado a quién se lo das para asegurarte de que sea efectiva, ya puedes decir que tú no eres parte del problema. Otro mensaje es que se están haciendo pequeñas reformas con gran impacto para tener leyes más amistosas con los pobres, como la HIF.
ADN (6.06.2011)
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