La izquierda, culpable de la deriva independentista

Izquierda culpable¿Por qué ha de extrañarnos la superioridad moral del independentismo si quienes habrían de reaccionar contra ella están dedicados a pedirles perdón por no ser lo suficientemente nacionalistas?

Se acumulan los disparates con consultas y simulacros de independencia en la calle y en el Parlamento de Cataluña. 10-A, 13-M. La primera alegal, la segunda posible fraude de ley, las dos una estafa al sistema democrático. Una corriente de optimismo independentista parece haber tomado el control de la política catalana. Oponerse a ella obliga a la disculpa. La superioridad moral del independentismo ha sido bendecida con el voto a favor de la independencia de Pujol y Artur Mas. ¡Y después llaman friki a María Lapiedra!

¿Cómo hemos llegado a esto? O si quieren, ¿quién es el responsable de esta quiebra emocional con España? Sin lugar a dudas, el Partido Socialista (PSC) y la izquierda nacional catalana (ICV-EiUA). Mientras los hijos del nacionalismo son adiestrados en la defensa de la identidad nacional de Cataluña, el ciudadano catalán sin adscripción catalanista y las nuevas generaciones nacidas en Cataluña hijas de la inmigración e identificadas con el PSOE, han sido avergonzados por su origen, por su lengua y su nacionalidad española y empujados a redimir ese pecado original cambiando de lengua, de cultura y de nacionalidad. En lugar de compartir y sumar, han disculpado la exclusión. En el camino también perdieron la ideología. Ahora sólo son comparsas de un guión nacionalista escrito por la clase social que detestan.

Josep Ramoneda describe el desmoronamiento del PSC en esta clave, pero redundando en el error por no haber ido más lejos en su vasallaje: «Los hijos y nietos de los inmigrantes que llegaron en los setenta tienen otra relación con el país. Y parte del descenso electoral del PSC tiene que ver con que no ha sabido captar ese cambio: los descendientes de los electores del PSOE de hace 20 años no tienen por qué votar como sus padres».

No es que el PSC no haya sabido captar ese cambio, es que se ha negado a transmitir a sus hijos los valores constitucionales de la nación española. En su lugar, la escuela, los medios y la atmósfera social de acoso moral a su origen hizo el resto. Y los electores se lo recuerdan en cada cita electoral.

Lo hemos comprobado en los posicionamientos del PSC e ICV-EiUA ante las consultas y ante la Proposición de Ley de Declaración de Independencia de Cataluña. Pocos dirigentes socialistas han abierto el pico, y quienes lo han hecho, caso de Jordi Hereu, se han centrado en señalar las contradicciones de CiU por votar a escondidas por la independencia en las consultas no vinculantes y abstenerse en el Parlamento. Meras justificaciones. Montserrat Tura ha evidenciado aún más su condición de comparsa del nacionalismo en RAC-1 al mostrar su disposición a hablar de independencia porque España «no acaba de entender el sentimiento que se está produciendo en Cataluña». Lo mismo ha hecho Dolors Camats de ICV-EiUA amparándose en la confederación de los pueblos de España. Otro modo de reivindicar el concierto económico y el monolingüismo institucional.

Si reparan, no se enfrentan a la naturaleza inconstitucional e insurreccional del separatismo, ni señalan la quiebra de la igualdad de derechos y deberes de todos los españoles, ni sopesan las consecuencias económicas que tal pleito traería aparejado para las partes; ni advierten de las consecuencias nefastas que provocaría un proceso traumático de independencia para el entramado de afectos que enlazan a millones de españoles dentro y fuera de Cataluña. Por no enfrentarse, ni siquiera tienen la dignidad de reclamar lealtad y respeto por una cultura española rica y próspera llena de pasado y preñada de futuro.

¿Por qué ha de extrañarnos la superioridad moral del independentismo si quienes habrían de reaccionar contra ella están dedicados a pedirles perdón por no ser lo suficientemente nacionalistas?

Antonio Robles

Libertaddigital (15.04.2011)

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