El nazionalismo militante no es, en el fondo, nada diferente de toda mafia y de todo fundamentalismo. Al que es de los «nuestros» todo se le perdona: el robo, la deshonestidad, la indecencia, el delito, la ineptitud, la ineficiencia, la mentira, la manipulación….. Al que no es de los «nuestros» se le estigmatiza y se le ataca con saña hasta en lo que tenga de más brillante y valioso. Lo único que cuenta es la «profesión de fe» y todo lo demás no existe; el único valor y el único criterio es la adhesión a la consigna.
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