Martínez Gorriarán postula que la razón del escasísimo impacto sociológico de UPyD en Cataluña se deriva de la omnipresencia del nacionalismo en todas las instituciones y medios de comunicación catalanes; rechaza drásticamente la estrategia de «pegarse» al terreno en virtud de las complejas características de nuestra comunidad. Su análisis pretende dejar de lado dos aspectos fundamentales. Por un lado, la presencia social y política -mínima, pero UPyD también se mueve en ese terreno marginal- de Ciutadans, que sigue siendo la referencia del no-nacionalismo en el Principado. C´s es un cadáver ambulante que, no obstante, parece querer acabar sus días matando, o esperar a que suene la flauta y seguir rascando bola en el Parlament. Si C´s va mal de afiliación, la de UPyD-Cataluña es esquelética, y sin afiliados no hay movilización, no hay acción. A este problema hay que sumarle otros dos, viejos conocidos: la dirección nacional no permite ciertos movimientos como tampoco permite cierta estética o cierto discurso que no casan con el formato del partido; el segundo problema es el de la financiación de la campaña y la implicación del conjunto del partido. ¿Seguirá siendo la región catalana una maría para UPyD?. ¿Va a llegar el dinero para la campaña?. ¿Van a aparecer los líderes del partido de forma no testimonial por Cataluña?. En definitiva, ¿tiene la dirección nacional verdadero interés en conseguir representación parlamentaria por estas tierras?. ¿Son conscientes de la importancia que tiene este asunto para el futuro de toda España?. El segundo aspecto que Martínez Gorriarán desprecia completamente responde a la naturaleza misma del partido. La idea de un partido nacional desprendido de franquicias o (con)federaciones y con un único discurso central está muy bien para consolidar la cohesión y la coherencia internas, también de cara a la ciudadanía. Lo que no está nada claro es que España, y más concretamente Cataluña, necesite un partido transversal en el que conviven personas con ideas antagónicas que han de pararse a elaborar un programa conjunto. Por mucho que Rosa Díez imponga su autoridad y se expulse a los disidentes, el resultado puede seguir pareciendo poco convincente. Algunos disidentes de UPyD han organizado protopartidos liberales cuya única diferencia importante con respecto al PP es una mayor beligerancia con el nacionalismo. Ya les hemos visto las orejas a muchos disidentes; viendo lo que son Movimiento Democrático (MD) o Alternativa Liberal Social (ALS) queda claro que la única opción progresista es UPyD. Sin embargo, ¿tienen los electores progresistas una percepción clara de que UPyD es el único partido que puede corresponder a sus expectativas?.
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