Socialistas en su laberinto

Socialistas en su laberintoNo hacía falta saber adónde se iba; con un chollo bastaba para llegar a la nada

El aspecto más relevante de la encuesta del CIS, publicitada ayer, es el naufragio general de la clase política. Un suspenso contundente, que comentaré, si les parece bien, en una próxima columna. El otro dato, el hundimiento del PSOE, siendo impactante, se daba por descontado. Aparentemente, Zapatero ha sido cazado por la crisis. Así se consuelan sus palmeros. Como las naves de Felipe II ante las costas británicas, Zapatero sería víctima de los elementos. Nada más lejos de la realidad. Zapatero se desangra víctima de su propia política. Una política fundada en la táctica miope, pero ventajista, con la que pretendía enfrentarse a un desafío de carácter estructural.

Este era en síntesis el desafío. De la misma manera que en Catalunya lo que Gramsci llamaba «hegemonía moral» está en manos del catalanismo (fragmentado en diversas corrientes que se disputan la autenticidad y demonizan a los tibios), en el resto de España tal hegemonía está en manos del españolismo. Un españolismo que encarna el PP, pero que se recalienta hasta provocar constantes tempestades de fuego solar debido a la insomne competición de los cuatro grupos mediáticos madrileños. El PSOE de Zapatero no forma parte de ninguna de estas dos corrientes sentimentales (el de Bono, de haber conseguido el liderazgo, seguramente sí).

En lugar de explorar una tercera vía con el PSC, en lugar de pelear con determinación y claridad por un horizonte federal (horizonte ciertamente arduo y complejo, pero horizonte al fin y al cabo), Zapatero optó, ya antes de llegar a la Moncloa, por intentar algo mucho más fácil (especialmente después de la polémica decisión de Aznar sobre Iraq). Se trataba de agrupar a los descontentos con el PP. No hacía falta saber adónde se iba, bastaba con sumar en un totum revolutum tres tipos de votantes que apenas tenían nada en común: el progresismo de raíz antifranquista o republicana opuesto al sesgo neocon del PP; el catalanismo recalentado en la época de Aznar; y el subsidiarismo de las comunidades que más podían temer (ya no lo temen) un recorte liberal si mandaba el PP: Andalucía, Extremadura, Asturias.

Agrupar a los anti-PP ha sido un chollo táctico. Durante años, ha permitido a PSOE y PSC conseguir mucho poder, pero que les está conduciendo a las playas de la nada.

Este chollo táctico se presentaba rebozado con el talante bonachón de Zapatero. Pero ahora las viejas promesas contradictorias se vuelven lanzas. Y aquella voluntad de agradar a todos le ha conducido a un laberinto. Busca Zapatero la salida, pero en cada camino encuentra un sector social agraviado, un territorio descontento. No sé si era Pascal o La Bruyère quien, reflexionando sobre el carácter, decía: el esclavo sólo tiene un amo, mientras que el ambicioso tiene tantos amos comopersonas le fueron útiles para amasar su fortuna.

Antoni Puigverd

La Vanguardia (6.08.2010)

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