Entrevista a Albert Boadella · Director de los Teatros del Canal
Da todo su apoyo a Rosa Díez. Según él no hay ningún otro político que defienda la nación española
Lleva más de 50 años mostrando su visión crítica a través del teatro. Actor, director, escritor… Sigue triunfando con Els Joglars y su primer año al frente de los teatros madrileños ha sido un éxito. Sufre por y con Cataluña, con quien ve una difícil reconciliación.
«Todo catalán considera a España enemigo común»
ES MÁS TÍMIDO de lo que su fama dice. Tranquilo, reflexivo, buen conversador… está inmerso en la vida de Amadeo Vives, del que está escribiendo un musical-zarzuela que se estrenará en enero. Este género le apasiona, de hecho confiesa que una de las cosas que más ilusión le hubiera hecho en la vida hubiera sido dirigir el Teatro de la Zarzuela. Nos recibe en otro escenario, en la sede madrileña de los Teatros del Canal, imbuido en esa especie de angustia y placer que provoca la creación. Este año su mítica compañía, Els Joglars, ha cumplido su cincuenta aniversario. Sorprendió que diera el sí a Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, para ponerse al frente de estos teatros. Un espacio que pese a la crisis ha tenido un 70% de afluencia de público. Un proyecto con el que está encantado: “Mientras tenga ideas y no entre en un estadio de decadencia personal seguiré al frente”.
Els Joglars cumple cincuenta años. ¿Cuál es el secreto?
El secreto inicial es que ha sido un trabajo ético y estético. Nos hemos mantenido siempre con un alto sentido de la libertad, hacia el exterior y al interior. Ha sido muy importante soportarse las manías, que es una de las cosas más difíciles. En este aspecto yo he sido un poco como un psiquiatra, que ha tenido que vigilar que el nivel de tolerancia entre la gente fuera aceptable. Otro secreto importante es que nuestra obsesión ha sido siempre hacer unos trabajos muy minuciosos desde el punto de vista artístico, hemos puesto toda nuestra voluntad en que las cosas salieran perfectas. Somos unos maniáticos de la precisión y nunca hemos presentado un producto mal acabado, siempre han sido perfectos desde el punto de vista técnico. Eso ha hecho que la gente asistiera a nuestras representaciones porque sabía que al menos eso quedaba garantizado.
De estos años, ¿con qué momento se quedaría?
Con los de mi juventud, creo que le debe suceder a todo el mundo, por lo que significan de una cierta irresponsabilidad, no hay una carga acumulada en ningún sentido. Ni el público espera de ti cosas muy preconcebidas, ni tú tienes la sensación de que hay una presión externa demasiado fuerte, te puedes permitir todas las locuras.
¿El teatro está en crisis?
Es una frase acuñada en los años de la salida de la televisión y el gran auge cinematográfico. En ese momento sí que tuvimos la sensación de que las cosas se presentaban muy mal. Pasados esos años esa frase no tiene ningún sentido, porque el teatro tiene audiencia, en la proporción que la ha tenido siempre. A lo largo de la Historia el teatro nunca ha sido una cosa mayoritaria, en Roma el teatro romano se llenaba con 100.000 personas. La proporción siempre ha sido la misma y, es más, hoy está en uno de sus mejores momentos, porque la gente tiene necesidad de rituales directos debido a que todo está tan colocado en el mundo audiovisual de las nuevas tecnologías. El teatro está en el mejor momento que yo haya conocido en su historia.
Un año y unos meses al frente de los teatros del Canal. ¿Cuál es su balance?
Un éxito que ha sorprendido a la propia empresa. Pensaba que para levantar este teatro necesitaría tres o cuatro años y mi sorpresa fue que en una temporada se establecieron ya unos índices de público muy altos, la programación funcionó a la perfección y toda la mecánica del teatro, que es compleja, funcionó al máximo. No entraba dentro de mis planes y es una auténtica sorpresa.
¿Qué se podrá ver en la próxima temporada?
Tenemos una programación enormemente variada de danza, de teatro (desde el grupo Yllana hasta los clásicos), de música (desde la música barroca al rock). Tendremos ópera, por ejemplo Moctezuma, también zarzuela, La revoltosa, después yo montaré un musical con mucha zarzuela sobre Amadeo Vives, que fue fundador del orfeón catalán del Palau de la Música y que llevó la zarzuela a sus cotas más altas. Esta evolución me ha interesado para hacer un musical con la zarzuela.
¿Vives es un trasunto de usted?
Hay ciertas cosas que tenemos en común, no sólo conmigo sino con varios catalanes, que al final descubrimos que somos muy españoles, que nuestra obra es la más española de las españolas. A Vives no le costó nada hacer Doña Francisquita, fue algo que le daba su propia naturaleza. Los catalanes fuimos los iniciadores de España.
Como director artístico, ¿qué le gustaría conseguir de estos teatros?
Que los Teatros del Canal puedan tener todo tipo de público, que toda persona que esté interesada en el teatro tenga este espacio posible. Los teatros públicos han sido a gusto del director y me gustaría que este fuera a gusto del público, no quiero ningún fuundamentalismo en ningún estilo de teatro. Eso sí, que la gente sepa que, como en Els Joglars, la calidad esté garantizada. Ese es mi único filtro.
¿Aceptó este puesto por provocación?
Lo acepté porque es un proyecto muy tentador. Empezar un teatro desde la nada es algo apasionante, porque no tiene vicios adquiridos. Y también porque yo me llevo muy bien con Esperanza Aguirre, a la que tengo una enorme simpatía. Compartimos enemigos. Es un punto en común, ella los colecciona y yo también.
¿Quiénes son sus enemigos comunes?
Los progres. Yo soy muy antiprogre y la presidenta tampoco les tiene mucha simpatía.
¿Qué otras pesadillas políticas tiene?
No soporto la impostura. Cuando veo que alguien pontifica sobre sus bondades, hace grandes aspavientos o demostraciones de solidaridad… No me fío un pelo de la gente que se hace el bueno. He visto mucha impostura a mi alrededor y tengo esta especie de animadversión por los progres, en parte también por la impostura de mi generación.
¿Cómo se define políticamente?
Hay que luchar para que en la línea de salida todo el mundo tenga igualdad de oportunidades. A partir de ahí, el primero que llegue, campeón. Estoy contra una sociedad proteccionista. Las ideas y los movimientos que vayan ha-cia la igualdad son los que más aprecio.
Ha dado apoyo a Ciutadans, UPD… ¿Cuáles son sus siglas?
He dado apoyo a Rosa Díez porque es la única que apoya seriamente la nación española, no hay ningún otro.
¿Ni el PP?
Menos de lo que tendría que hacerlo. El problema más grave de España está precisamente en la cuestión territorial, los 17 parlamentos, las 17 autonomías. Es una locura que no podemos sostener, ni económicamente ni desde el punto de vista de los contenidos.
¿Y qué habría que hacer?
Crear una administración racional que sirva a todos los ciudadanos, establecer la igualdad de todos los españoles. No es posible que uno vaya a inscribir una propiedad en el País Vasco y pague menos impuestos que en Cataluña. Esto no es una nación, es un desmadre.
¿Qué opina de la sentencia del Estatut?
No tendría que existir el Estatut, por eso me ha parecido mal. No tiene sentido hacer constituciones dentro de la Constitución. Hay una Constitución que es abierta y que admite una serie de cosas. No puede ser que tengamos a los políticos legislando cada día: cuando te levantas por la mañana ya has transgredido diez leyes. Hay que parar esta insensatez. El sentido común se ha perdido en España.
De todos nuestros políticos, ¿quién es el mejor actor? ¿Quién finge más?
En general se les ve el plumero. Fingir… Zapatero finge bastante bien. Ha engatusado a miles de españoles, ahora le cuesta un poco más.
Está a favor de los toros. ¿Entiende que haya gente que quiera prohibirlos?
Entiendo que haya gente a quien le parezcan mal, pero que quiera prohibirlos me cuesta, porque nadie está obligado a ir allí. Es un instinto inquisitorial. Habría que repartirlo, habría que empezar por que las personas que exigen esto no puedan comer ni jamón. Son gente que no quiere saber la historia de la morcilla, que es mucho peor que la de los toros. No quieren que los ciudadanos disfruten de unas cosas. Esto es un hecho que tiene que ver con un impulso inquisitorial.
¿Cuándo se reconciliará con Cataluña?
Con la Cataluña tal y como está hoy no creo que ocurra. Hay una epidemia generalizada. Yo he conocido a una ciudadanía catalana más sensata y con más sentido común de lo que tiene ahora, menos paranoica con España. Ahora todo ciudadano catalán considera a España el enemigo común.
¿Y es un problema de la ciudadanía?
Sí. Hay algo que planea cuando naces allí. Es algo que tiene que ver con el pasado, con nuestras cosas, sentimientos, con un enemigo que es España y que quiere acabar con nosotros. Ese sentimiento de sentirse especial existe, jamás lo he negado. Pero los sentimientos, por el hecho de tenerlos, no significa que sean buenos, ni que tengan razones históricas auténticas. Siempre tiene ese punto paranoico, de mal rollo con el resto de los españoles.
Actor, director, escritor… ¿Con qué se queda?
Mi vida ha sido una vida buscando siempre la belleza de las cosas, la verdad. La propia naturaleza la encontramos bella porque es real y lo que hacemos nosotros es tratar de que esta belleza tenga autenticidad. Esto es lo que es un artista, sin demasiadas ataduras, las mínimas, para poder convivir con el resto de personal.
Si volviese atrás, ¿qué no repetiría?
Muchas cosas, hay que ser muy cretino para decir “volvería a hacer lo mismo”. Alguna repetiría, por ejemplo con mi mujer. Yo voy acabando ya, y pienso: “¡Qué lástima, me hubiera gustado pasar otra vida junto a ella!”.
Tiempo (30.07.2010)
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