Al nacionalismo ya le va bien con este estado de cosas. La educación está a la cola de España y de Europa. Esas personas que no se sienten identificadas con la política catalana han sufrido décadas de marginación en los planes de estudio, desde el franquismo hasta el tripartito. Desde los bajos índices de escolarización a una escolarización, detentada por el gobierno de la Generalitat, marcada por la inmersión lingüística y la adoctrinación nacionalista. El fracaso escolar es sinónimo de fracaso social. En este sentido, el catalanismo se recrea cínicamente en la promoción de «xarnegos» como Montilla, Carod o Joan Ridao cuando la meritocracia -en este caso el entreguismo oportunista y la cooptación- nunca ha de convertirse en el eje de unas políticas de igualdad estructurales. El llamado Informe Petras, encargado por Noam Chomsky a su compatriota el sociólogo James Petras, vino a confirmar, en la década de los 90, lo que estoy diciendo. Y estamos hablando de un estudio tan demoledor como serio. Ahí está para el que quiera consultarlo sin prejuicios. Puede considerarse la confirmación sociológica de las conclusiones políticas a las que llegó nuestro malogrado Jordi Solé Tura tres décadas atrás. La situación no ha hecho sino radicalizarse aún más. Franco asoló España durante cuarenta años en los que tan sólo la CNT, cuando todavía tenía fuerza, y el PCE significaron un intento apreciable de oposición al régimen. CiU ha detentado el poder en Cataluña gracias a unas leyes electorales que le han favorecido claramente, tanto en las elecciones autonómicas como en las generales, gracias a la ignominiosa dejación cómplice de la izquierda catalana y al apoyo de UCD y ERC en las primeras elecciones a la presidencia de la Generalitat en 1980, y gracias al uso antidemocrático de las instituciones públicas y privadas, a la extensión de las redes clientelares, al soborno y el chantaje a los medios de comunicación y a todo el tejido empresarial, asociativo y social, a la degradación de la educación pública y a la adoctrinación, a la corrupción en todas las esferas de la vida pública catalana… Sin embargo, todo tiene su fin. El tripartito ha sido el lógico y consecuente heredero del estilo de hacer política impuesto por los Ejecutivos de Jordi Pujol. Pero suele preferirse el original a la copia, por lo que CiU volverá a presidir la Generalitat de nuevo. Con lo que no cuentan unos y otros es con el hecho de que la movilización política contraria al régimen catalanista transversal ya hace unos cuantos años que ha empezado, y sigue creciendo. Sólo es cuestión de tiempo, pero al nacionalismo catalán se le ha plantado su antítesis, la que acabará por hacerlo desaparecer, que a nadie le quepa duda de ello.
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