El ciudadano lleva ya mucho tiempo insat

El ciudadano lleva ya mucho tiempo insatisfecho con la realidad actual de su comunidad, consecuencia de varias décadas de políticas que han apostado por cuestiones identitarias relegando a un plano secundario los principales problemas de las personas que en ella conviven (recordemos, por ejemplo, los recientes apagones de luz, los problemas con el abastecimiento de agua y las carencias de cercanías, ejemplos todos ellos propios de países tercermundistas). Aquellos gastos que en una situación de bonanza económica supondrían, simplemente, insatisfacción y se encuadrarían en una general desafección hacia nuestros políticos, en momentos tan difíciles como los actuales, en un contexto de crisis internacional, se hacen inadmisibles. Mientras la mayoría de los ciudadanos ven limitado su poder adquisitivo hasta límites insospechados; mientras miles de ciudadanos pasan a engrosar las listas de desempleados e, incluso, algunos, cada vez más y con mayor frecuencia, han de hurgar en las basuras con la finalidad de poder sobrevivir ya que, entre otras cosas, los bancos de alimentos comienzan a estar desabastecidos, ‘nuestros gobiernos’ se dedicaban a actuar como si nada estuviese sucediendo, en clara disonancia con la realidad social que nos envolvía. Ahora todos pagamos las consecuencias; algunos para toda la vida (muchas familias estan perdiendo los inmuebles -a través de ejecuciones hipotecarias- a la compra de los cuales dedicaron todos sus ahorros). El sistema -ha quedado demostrado una vez más- protege sólo al rico. Quizás sea el momento, una vez más, de algo más que la paciencia y la resignación.

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