Comparto con Maruja Torres el mismo lugar de nacimiento, Barcelona, y ser hija de padres sin pedigri: en el caso de ella, murcianos, y los míos, andaluces, «casi ná». O sea, xarnegas sin remedio. Barcelona fue feudo de los primeros nacionalistas (hace algo más de 100 años), conservadores, muy religiosos y de clase mediana y pequeña burguesia, mayoritariamente. O sea que ni por casualidad un obrero, a no ser que fuera en dibujo. Ahora, esta ciudad es muy distinta, mal que les pese a los que sueñas con una Barcelona, emblema de la catalanidad. Esto me recuerda que hace algo más de 4 años que le oí decir a una joven madrileña que encontraba más semejanzas que diferencias entre Madrid y Barcelona. Algo completamente comprensible, hay más coincidencias entre los nacidos en estas 2 grandes ciudades, que no entre un barcelonés y geronés actuales. Y esto es así, por mucho que quieran darle la vuelta los «pesaos» de ERC. No de extrañar que barceloneses/as como esta periodista y yo, no gocen de las simpatías de los que forman parten del establishment catalanista. Ajo y Agua con ellos, barceloneses/as como Maruja Torres, Loquillo (aunque lo suyo no sea el cantar), y tantos otros, han dado vida a esta ciudad. Tampoco es de extrañar que más de uno y dos coincidamos con lo que plantea en este artículo, con su estilo tan sarcástico como acostumbra. Da en la diana.
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