El joven Albert Rivera se colocó donde está a través de una carambola y apadrinado por una persona muy importante del movimiento crítico al nacionalismo en Cataluña. La carambola en cuestión es el gran quebradero de cabeza -unos cuantos aún no lo quieren ver- de este movimiento que abarca al resto de España y que podría convertirse en un nuevo regeneracionismo. Está tan poco cohesionado en su interior como lo está la propia estructura política y económica de nuestro país, pero en clave ideológica. Las luchas entre facciones no tendrían que existir si se tuvieran las cosas claras desde el principio, con los riesgos que eso también conlleva. Y es que la derecha nunca ha sido ni regeneracionista ni progresista, aunque queramos ver lo contrario calzador en mano. Muchos quieren ver la misma ambición personal y el mismo oportunismo que caracteriza a Rivera en Rosa Díez. Pero resulta que Díez, en un momento crucial de su trayectoria, decidió jugársela como nunca lo han hecho otros personajes que se encontraban en una situación análoga: Josep Borrell y Aleix Vidal-Quadras. Albert Rivera sabía que la entrada de Rosa Díez y su equipo era mortal de necesidad para desarrollar su propio proyecto personal en el partido -el proyecto personalista de Rivera. Ha hecho creer a la opinión pública que el problema estaba en Rosa cuando el principal escollo es él mismo acompañado de sus adláteres. Rivera y sus ambiciones lastraron Ciudadanos ante su potencial electorado desde el día en el que se supo que el pasado de este hombre había discurrido por el PP. Empezó a crecerle la nariz en la misma proporción que el partido perdía toda credibilidad. Posteriormente, la lucha entre facciones y la inexperiencia política de la mayoría de los implicados -así como la falta de honradez de algunos y la nula cohesión interna de la que hablábamos- hizo el resto. Las elecciones municipales supusieron el primer fracaso público en muy poco tiempo. UPyD no tenía que haber aparecido en escena si se hubiera reconducido la situación, pero ya era muy difícil. El resto de la historia es que C´s ha seguido redundando en el error de forma muy estrepitosa, y que UPyD ha seguido sus propios derroteros. También han salido a la palestra los mismos topos, los mismos trepas, y los mismos «liberales». La situación actual para poder formar un pacto en el ámbito de la resistencia al nacionalismo catalán es más complicada de lo que muchos piensan. Es una situación que la mayoría lamentamos y con la que sólo unos cuantos dentro de este movimiento encuentran un regocijo suicida. Pero el principal problema es que parece como si el testigo estuviera en manos de Rosa Díez cuando lo que pide la cúpula de C´s es inexigible desde el punto de vista democrático. Somos muchos los que no nos sentimos cómodos en ninguno de los dos partidos por razones que han quedado expuestas. No obstante, siempre llega el momento de la verdad, y ésta es que en el caso de C´s falla lo más elemental, que C´s no es otra cosa que la carcasa de algo sin contenido, el disfraz del que se presentó desnudo. La única posibilidad que nos queda, entiendo yo, es que alguien con influencia recupere el juicio de golpe y mueva ficha.
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