Muns se queja, con cierta razón, de algo que es secundario. El aboga por el poder total de los tecnócratas y le molesta la interferencia de los políticos (a veces oportunista y negativa, es verdad) en las decisiones económicas. Pero el problema fundamental (y en eso coincido al 100% con el comentario de Montse) no es ese detalle, sino el dominio universal del Dios Mercado a todos los niveles. El neoliberalismo y neocapitalismo sin freno que nos gobiernan, unidos a la globalización de los mercados, obligan a competir «libremente» a países con «estado de bienestar» frente a países con regímenes de semiesclavitud, bajo las bendiciones de un Dios Mercado cuyo único evangelio es la búsqueda del beneficio máximo para el capital. Mientras esto no cambie, las medidas y parches a la crisis seguirán siendo, como estamos viendo, más de lo mismo.
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