Ni Hereu, ni Trias… ni, sobre todo, lo que representan, pueden ser ya la solución
Ni el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC)… ni la coalición Convergencia i Unió (CiU), ni el resto de partidos ni coaliciones políticas tradicionales sirven ya, hoy, en Barcelona, para representarnos; están agotados y han agotado, lo que es peor, nuestra paciencia. Los ciudadanos de Barcelona, merecemos otra cosa; gobernantes, para empezar, que nos escuchen y no hagan las cosas, sistemáticamente, de espaldas a los que deben ser protagonistas de sus desvelos, a los que sirven y de los que deriva su mandato, favoreciendo, al final, siempre al poderoso.
La mayoría social de la ciudad -progresista, bilingüe, laica y no nacionalista- pide a gritos una –inaplazable, urgente y necesaria- regeneración de la democracia, algo o alguien que haga salir a la política del “ambiente tabernario” -en palabras de Félix de Azúa– en la que algunos la han metido.
Pasemos y hagamos una breve revista a las “ofertas” electorales que tendremos para la primavera-verano del 2011-como si fuera el avance de una pasarela, eso sí ya les adelanto con escaso glamour, con muchos “restos de serie”-:
El ‘amortizado’ Jordi Hereu (PSC) con sus ‘fabulosas ideas’ –lástima que sólo lo sean para él y su círculo íntimo- ha acabado por hundir sus últimos barcos en la política. Hoy es vox populi que su etapa como alcalde llega a su final. Es más, si tuviese la más mínima categoría personal -la política ya ha demostrado que no la conoce- habría dimitido ante el último batacazo en diagonal que le dedicó la ciudadanía; sin embargo, su persistencia en los errores cometidos, hará que pase a la historia por ser el peor alcalde de la democracia –falto de programa, de iniciativas y de buena gestión-. Voces nacionalistas de su propio partido –‘catalanistas’ dirían ellos- ya se han alzado en apoyo de su sustitución por uno de los suyos.
El ‘inapropiado’ Xavier Trias (CiU) por su cansancio y por lo reaccionaria que es su coalición tampoco es la opción alternativa que pueda ilusionar a la mayoría en Barcelona; incluso, hasta hace poco, su propio partido –esto da una medida de hasta que punto creen en él- le buscaba sustituto en la persona del populista, jaranero, salvapatrias, y, aún, presidente de un club de fútbol. Muy probablemente por los numerosos errores del anterior alcalde y por el apoyo que recibirá del poderoso aparato nacionalista, será, en votos, el ganador de la próxima cita electoral pero, a buen, seguro, en un contexto de desoladora abstención y apatía. ¿Acaso un mal líder de la oposición puede ser un buen alcalde?
El ‘lastrado’ Alberto Fernández (PP) por las obligaciones que le marca su dirección nacional sujeta a equilibrios territoriales que no casan con la mayoría progresista barcelonesa, tampoco puede asumir la responsabilidad. Se frota las manos, en estos momentos, ante la simple posibilidad de poder ser ‘decisivo’ acompañando a los nacionalistas; conservadores como ellos. Se trata, simplemente, de la búsqueda de la ‘alternancia’ con los socialistas, no de ser ‘alternativa’ como señalaba muy acertadamente Rosa Díez (UPyD).
No deberíamos permitir que el ‘enfant terrible’ Jordi Portabella (ERC) nos llegase a representar en ningún foro serio, plural y tolerante. No merece tributársele el más mínimo margen de confianza mientras, por ejemplo, no le pida disculpas a la señora Elvira Lindo por lo que le hizo –instigación de una campaña en su contra por el simple motivo del uso del castellano/español- en el pregón de la Mercè del 2006; extensible, en general, a los castellanoparlantes de la ciudad, que miren ustedes por donde, somos mayoría. El tiempo otorgará a la ciudadanía la perspectiva suficiente para poder valorar sus acciones y las de su partido en su justa medida.
Y, en fin, al ‘bienintencionado’ Ricard Gomà (ICV-EUiA) es una lástima que su nacionalismo -el árbol-, no le permita ver la pluralidad real -el bosque-, de los habitantes de Barcelona. Muy verde y muy social, sí, pero a costa de una parte esencial de los ciudadanos que habitan esta ciudad; esto, ya no ‘cuela’ señores.
No parece que ante tal oferta, los ciudadanos de Barcelona puedan acoger con mucho entusiasmo las municipales previstas para el año que viene. De no mediar un ‘terremoto’ político –que sólo podría venir por una nueva oferta política ilusionante para la mayoría-, se prevé una alta abstención que ahonde la ya de por sí, profunda, desafección hacia nuestros políticos y hacia la política, en general. Y es que, como bien señalaba Francesc de Carreras, los que nos han gobernado en Barcelona hasta ahora –sería extensible a todos los demás- ‘son [sólo] aparentemente demócratas’, porque no ‘trabajan’ para los ciudadanos sino para los aparatos de sus, respectivos, partidos, manipulando -o intentándolo- a los que les eligen, como en la reciente y fracasada ‘consulta’ de la Diagonal, por un simple interés de mantenerse en el poder a toda costa.
Ante la visión de este desolador horizonte electoral que se nos avecina, los que pretendan ofrecer ‘savia nueva’ deberían preguntarse, antes que nada: ¿qué es lo que desea el ciudadano medio de Barcelona? ¿Cuáles son sus anhelos? ¿Cuáles sus preocupaciones? ¿Para qué puede servirle una institución de más de 10.000 empleados públicos como es su Ayuntamiento; creada precisamente para ello –aunque algunos se lo hayan hecho olvidar-? ¿Cómo se conjuga lo anterior con la situación de los más desfavorecidos que también la habitan? ¿Qué partido político sería el ideal para gobernar el rumbo de la ciudad los próximos 4 años, en una situación de crisis que no se prevé finalice antes de que acabe ese mandato? ¿Qué criterios deben asumirse como irrenunciables para que los que gestionan la cosa pública sean eficaces, pero, también, eficientes? ¿Es posible replantearse la organización del municipio? ¿Hay salida?
Quizás, tan sólo se trate de recuperar un Ayuntamiento de Barcelona al servicio del ciudadano, en el que la buena gestión sea su único signo de identidad; las buenas formas presidan la relación entre los empleados públicos y los ciudadanos, y, en fin, las buenas ideas fluyan –entre aquellos y estos- como nunca lo han hecho estos últimos años.
Emplazo a los lectores de este artículo a elaborar colectivamente un listado de propuestas para nuestra ciudad.
Ni Hereu, ni Trias… ni, sobre todo, lo que representan, pueden ser ya la solución.
Antonio-F. Ordóñez
bcn2011.es (Barcelona, 7.06.2010)
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