Ser catalán ha pasado en unos años de ser motivo de orgullo, y hasta cierto punto un privilegio, a convertirse en un ejercicio diario de paciencia. Los catalanes hemos de soportar la inoperancia e imprevisión del Gobierno central, lo que nos ha puesto en el punto de mira de los economistas europeos, y además somos también víctimas del Gobierno autonómico, que entre otros logros ha conseguido:
Tener el sueldo más alto del Estado español, tanto a nivel de alcaldes como de consellers y por supuesto de presidente, mientras que los ciudadanos deapie no gozamos de demasiadas ventajas (por ejemplo, los médicos catalanes tenemos las retribuciones más bajas de todo el Estado).
Con su política lingüística ha ahuyentado inversiones tanto de empresas españolas como extranjeras. Por esta misma política, Catalunya ha dejado de ser referente en medicina y los mejores opositores MIR, excepto los catalanes, optan por otras autonomías.
Como última vuelta de tuerca, vamos a ser los primeros en sufrir un aumento de los impuestos. Y lo peor es que han conseguido que en el resto de España tengamos fama de insolidarios y se nos considere unos privilegiados.
Alberto Martorell, Barcelona
La Vanguardia-Cartas al Director (6.06.2010)
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