En Catalunya hay un divorcio entre la realidad político-mediática y la realidad social
Alfonso Guerra se mostró anteayer sorprendido por el agradecimiento de Montilla, mediante carta personal, a las entidades catalanas que se habían sumado al famoso editorial conjunto en el que se intentaba presionar al Tribunal Constitucional, así como por la petición de apoyo previo a dichas entidades respecto a una hipotética respuesta unitaria, liderada por el Govern, a la sentencia sobre el Estatut. Con su habitual agudeza y sarcasmo, el dirigente del PSOE tachó la iniciativa de «increíble» ya que todavía no se conoce el contenido de la sentencia y añadió que los políticos catalanes «están un poco en la estratosfera». Esta percepción del ex vicepresidente del Gobierno me parece que es compartida por muchos ciudadanos de Catalunya: los políticos catalanes habitan, ciertamente, en la estratosfera.
Sus iniciativas, declaraciones y propuestas tienen poco que ver con las preocupaciones de estos ciudadanos. En Catalunya hay un divorcio entre la realidad político-mediática y la realidad social, entre los políticos y el hombre de la calle.
Esto se advierte no sólo en la vida diaria sino en los sondeos de opinión y en el creciente aumento de la abstención electoral. Pero los políticos, en lugar de rectificar, no hacen ni caso, siguen impávidos y satisfechos en su mundo, en su estratosfera y, desde allí, piden ayuda a la parte subvencionada de la sociedad seguros de obtener su apoyo a cambio de futuros favores o, cuando menos, para evitar previsibles represalias.
Sin embargo, la actual búsqueda de respaldo social por parte de Montilla parece obedecer, además, a una razón más partidista, no en vano estamos en año electoral. El presidente de la Generalitat tiene miedo a quedarse solo en la respuesta a la famosa sentencia sobre el Estatut. Es obvio que el Govern está en un momento de gran debilidad debido a las divergencias internas y a la creciente desconfianza entre sus tres socios. La valoración de la sentencia constitucional será forzosamente distinta dadas las diferentes posiciones en la materia: unos quieren ya la independencia, otros el derecho a decidir, otros –desde el mismo PSC– una reforma constitucional que establezca una nueva relación entre Catalunya y España. Se está entrando en la misma lógica del yo más, igual que en la elaboración del Estatut.
En este escenario, Montilla tiene miedo a quedarse solo en la defensa del texto y pide apoyos sociales para restar márgenes de maniobra a los demás partidos, tanto a sus socios de Govern como a CiU. Montilla quiere blindarse y dirigir la respuesta con el fin de evitar anticipar las elecciones o llegar al final con un gobierno descompuesto y una posición parlamentaria extremadamente debilitada que le conduzca a un proceso electoral que le impida repetir el tripartito y acabe dando la presidencia a Artur Mas. En la oposición, como en la estratosfera, suele hacer mucho frío.
Francesc de Carreras, Catedrático de Derecho Constitucional de la UAB.
La Vanguardia (9.01.2010)
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