Los medios informativos catalanes están comprados por el nacionalismo, como lo están la gran mayoría de las instituciones. La complicidad entre la sociedad civil catalana y el gobierno nacionalista fue designada por Josep Tarradellas como «dictadura blanca», una connivencia malsana tejida de sobornos, coacciones y redes clientelares que pervierte el contenido de la democracia. Que haya poca o insuficiente disidencia no implica que no exista una democracia pervertida, más teniendo en cuenta la nula independencia del cuarto poder y del conjunto de los agentes sociales en Cataluña. Me remito a Ibsen: que la gente creyera que la tierra fuera plana en tiempos de Galileo no significaba que la tierra fuera realmente plana. Te propongo que no te ofusques tanto con interpretar quién o qué sectores critican el Estatut y te centres más en el contenido de dicho Estatut. Resulta paradójico que los nacionalistas utilicéis de forma obsesiva el fantasma de la derecha españolista cuando este Estatut no es más que un pacto neofeudalista, reaccionario desde la perspectiva de cualquier análisis serio, que persigue la desigualdad y la injusticia en todos aquellos puntos por los que realmente fue reformado con respecto a 1979. Si te interesa conocer cuál es el sustrato que le confiere al pensamiento de derechas reaccionario su razón de ser, te propongo que le des un repaso a este Estatut. Veo que, como buen nacionalista, tiendes a moverte en el terreno de los estereotipos antes que basarte en los hechos contrastados. También veo que ignoras completamente la dinámica electoral catalana. Las elecciones autonómicas, como las municipales, son un fracaso de convocatoria en Cataluña. Los catalanes no se sienten representados por los partidos políticos, pero el catalanismo siempre ha gestionado a gusto este fallo de la democracia representativa. Es el elector catalanista el que más se moviliza. Los no-nacionalistas se motivan mucho más ante unas generales, pero interpretan que la cosa no va con ellos en unas elecciones dirigidas únicamente al ámbito regional. ¿Y dices tú que los catalanes nos sentimos identificados con el nacionalismo? Pues es sorprendente que una gran parte de nosotros no tengamos ningún interés por manifestarlo en unas elecciones dirigidas exclusivamente a lo que el catalanismo considera su «nació». Hay estudios tanto cuantitativos como cualitativos que demuestran lo que estoy diciendo. Es el rasgo más distintivo de la sociología política en el Principado, y conviene que lo sepas porque los partidos nacionalistas han mantenido el poder a costa de él durante todos estos años, sin contar con el caciquismo que se han ocupado de practicar para tenerlo todo bien atado. La movilización del electorado no-nacionalista es la gran apuesta de la democracia en Cataluña, la que desbancaría a los nacionalistas de un chiringuito construido con los cimientos de la ley D´Hont. Mientras el clientelismo y la adoctrinación en las escuelas y en los medios informativos han asegurado el voto nacionalista fijo -bien a CiU o bien a ERC-, los electores no-nacionalistas nos hemos estado repartiendo entre aceptar el secuestro de nuestro voto por el PSC o entrar en el saco de la abstención. Pero no te preocupes porque la situación se acabará revirtiendo. Nos costará más o menos, pero lo lograremos. La hegemonía del nacionalismo se está acabando. La democracia en Cataluña terminará por soltar uno de sus más pesados lastres. Acuérdate de mis palabras.
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