La oposición está enzarzada en sus líos internos y el Gobierno se vende al mejor postor para seguir al mando
A la vuelta del verano, decíamos en una columna que este país, España, tiene un mal Gobierno y carece de oposición. Bien, hoy decimos lo mismo, pero, desgraciadamente, con unas cuantas razones más.
El espectáculo que está dando el PP, en concreto el que se ha desarrollado ante nuestros ojos durante los últimos ocho días, supera todos los límites imaginables. Un personaje grotesco como el tal Bigotes puede infiltrarse en las filas de tu partido para hacer negocios en lugar de política. Incluso puede ser que un presidente autonómico, remilgado y cursi, le diga por teléfono al personaje grotesco que es su «amiguito del alma». En fin, todo esto, y más, puede ser porque ya sabemos que el nivel de nuestra clase política actual más bien obtiene la calificación de «necesita mejorar» que la de «progresa adecuadamente».
Pero lo que no puede ser es que el presidente del partido ande desde hace casi diez meses haciendo de don Tancredo, dándole vueltas al problema sin saber resolverlo. Si uno no sabe gobernar a los suyos, mal sabrá gobernar al país. Esta es la imagen que da Rajoy, enfangado en la Albufera de Valencia, hundiéndose cada vez más en ella, impostando la voz para parecer enérgico y disimular su incapacidad para hacer oposición, cuando tan fácil lo tiene por los visibles errores del contrario.
Mientras, el Gobierno de Zapatero está enfrentándose a la crisis económica específica de España no sólo con ideas confusas sino claramente contradictorias. Todavía no he leído ningún artículo de algún economista solvente o insolvente, de derechas, de centro o de izquierdas, que sostenga que las medidas fiscales o de cualquier tipo del proyecto de ley de presupuestos sean las que convienen a la economía española. En general, todos suelen opinar que lo conveniente es lo contrario. También opinan lo mismo los grandes gurús de la economía mundial, incluidos los organismos económicos internacionales y la prensa económica extranjera. Modestamente, los que no somos economistas, sólo expertos en la sencilla economía casera, por puro sentido común también lo vemos así. ¿Estaremos todos, todo el mundo mundial, equivocados?
La última noticia sobre los presupuestos empeora aún la cosa. El Gobierno pacta para poder aprobarlos con el PNV y con Coalición Canaria, previo blindaje del concierto económico en un caso –caso que acabará en el TC, como siempre–, y la «inversión pública más importante de la historia» –Zapatero dixit– en las islas, doblemente, afortunadas, en el otro. Así no se gobierna.
Un país no puede ir bien sin una oposición seria y sin un gobierno sólido. La oposición está enzarzada en sus líos internos. El Gobierno, parlamentariamente débil, no tiene criterio en los problemas importantes y, además, se vende al mejor postor para seguir gobernando. Vamos mal, muy mal. La oposición está enzarzada en sus líos internos y el Gobierno se vende al mejor postor para seguir al mando.
Francesc de Carreras
La Vanguardia (17.10.2009)
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