El problema radica en que, entre pirueta y pirueta, estos dos partidos se mantienen vivitos y coleando. Que gran parte del electorado catalán -según los datos estadísticos- los consideren la extrema izquierda catalana es una muestra de la grave degeneración de la cultura política de los catalanes. Ambos partidos -muy especialmente ERC- se nutren, a día de hoy, de un electorado inmaduro, fanatizado o profundamente alienado, que cada vez está enraizando con más fuerza si tenemos en cuenta el atenazamiento de los medios informativos y, principalmente, la pésima educación -adoctrinación- de los escolares catalanes.
