Pues a mí me preocupa mucho la situación en Cataluña. Barcelona no es Madrid, Sevilla o Soria. El nacionalismo catalán está enquistado no sólo porque controla todos los resortes del poder, como pasaba en el País Vasco, sino porque gran parte del discurso catalanista ha calado en la población que no lo es y que, paradójicamente, sufre más que nadie las consecuencias del nacionalismo. Tanto el nacionalismo vasco como el catalán son elitistas, como cualquier nacionalismo identitario. Sin embargo, la adopción por parte de la izquierda catalana de una orientación claramente nacionalista le ha dado al catalanismo un barniz populista que consigue hacer pasar las políticas más reaccionarias precisamente por todo lo contrario. Las similitudes entre la lengua catalana y el castellano, y el gran tirón popular de instituciones manipuladas por el nacionalismo como es el F.C. Barcelona, han conseguido hacer mucho daño. El PSC tiene poco tirón en las elecciones autonómicas. Es cierto. Pero no obstante, esta escasa participación del cinturón industrial barcelonés en esos comicios no sólo cabe ser interpretada en clave de rechazo al régimen nacionalista, como pretende Francesc de Carreras, sino como aceptación pasiva de una realidad que cada vez se está interiorizando más al no respondérsele con alternativas convincentes. De todos modos, esta deprimente situación podría dar un giro de 180 grados si se sigue la estrategia adecuada. El potencial existe, y lo que hay que hacer es ponerse manos a la obra en un proyecto ilusionante. Un PSOE restaurado, fiel a sus principios de socialismo democrático, ajeno al «zapaterismo» y a cualquier atisbo de nacionalismo catalán, podría obrar el milagro. Sin embargo, veo a UPyD en la luna de Valencia por lo que respecta a estas tierras, no dejando actuar, abortando cualquier iniciativa en sus propias filas que huela un poco a izquierdas. Que conste que decir que Barcelona no es igual que otras zonas de España no significa que tengamos que transigir con el nacionalismo. Me refiero justamente a lo contrario. Combatir el nacionalismo en su propio terreno significa entender sus causas, descubrir los mecanismos de la enfermedad para hallar la medicina adecuada, y, francamente, me parece que UPyD, en este sentido, todavía continúa viviendo en la estratosfera. Un partido liberal ni aún colocando a un líder carismático que aglutine a todas las tendencias djeará de ser un error de concepción, sobre todo en Cataluña.
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