Yo añadiría que la imposición del catalán supone, esencialmente, un instrumento de segregación clasista que pretende mantener las jerarquías sociales con base en una supremacía étnico-lingüística, pretende cribar la promoción social a través del embudo nacionalista. Por otro lado, no menos grave es el intento, mediante este mismo nacionalismo lingüístico, de ir reduciendo al máximo los vínculos con el resto de España, trasladar el clasismo del terreno social al político. Porque eso es en definitiva el privilegio de secesión, la vía radical por la que los elementos más reaccionarios paralizan la progresividad del proceso histórico y cortan por la mitad la unidad de clase entre compatriotas.
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