El mal amor entre Ciutadans y UPyD

Alex SalmonNo hay nada peor para una sociedad que aquellos partidos que nacen y después mueren a causa de la coyuntura. Cuando esas formaciones políticas desaparecen queda el regusto amargo de que le han tomado el pelo a la democracia.

Prefiero no utilizar ese término en genérico porque puede ser mal interpretado. En democracia nadie puede aprovechar el propio sentido democrático de las cosas para analizar situaciones. Eso es hacer trampa. Es justamente la democracia la que te ofrece las reglas del juego y ésas son las que hay que emplear.

Así, un proceso democrático cualquiera facilita que, en un momento dado, aparezca un líder político que encandile a un número suficiente de votos para poder representarlos en un parlamento. Ocurrió con Jesús Gil, en Andalucía, o con Ruiz Mateos, en unas elecciones europeas. El segundo fenómeno duró poco. El primero de ellos se explayó algo más, pero porque compraba votos, según quieran analizarlo.

En Cataluña, Ciutadans apareció amparado por una concreta coyuntura política, pero nunca fue liderado por un solo personaje mesiánico, sino por un grupo de ciudadanos que lograron trasladar a la sociedad la sensación de oxígeno político.

Ciutadans de Catalunya deberá ser estudiado como un fenómeno, aunque a algunos les resulte molesto. Los datos hablan por sí mismos. Ahora tienen tres diputados en el Parlament gracias al voto de 89.840 personas que decidieron optar por su color o no color político el 1 de noviembre de 2006. Pocos, si tenemos en cuenta que sólo este diario, y algo el Avui, pero a la contra, informaron sobre sus movimientos. TV3, vagamente el día de su presentación en el Tívoli. En cuanto a las radios, excepto la Cope, ninguna emisora los trató con el interés que la sociedad ya le dedicaba.

Dicho esto y sin entrar en analizar los errores de esta joven e inmadura formación política, Ciutadans se enfrenta a su más importante prueba de fuego. Las elecciones europeas, que nada tienen que ver con su lucha política más cercana, pero sí con su ideología de base -si de lo que se trata es de convertirse en una fuerza no nacionalista y eso también se llama Europa-, son un escollo de fácil superación.

A estas elecciones, Ciutadans se presentará sin UPyD, o lo que es lo mismo, sin Rosa Díez. Ese será un error tan supino como el que se producirá en las autonómicas, dentro de un año y medio, si Rosa Díez se presenta por separado del proyecto de Ciutadans.

Las posibilidades de vuelta del partido de Albert Rivera al Parlament se verán reducidas de forma elevada. Tanto como para perder un diputado, o hasta dos. En el caso de las europeas el batacazo tendrá un menor nivel ya que España en todo su territorio es una única demarcación. Pero en las elecciones catalanas la división de las papeletas dejarán a uno y a otro fuera de los tantos por ciento necesarios para lograr escaño. Una muerte política fagocitada por un afán de protagonismo.

En política es mejor ser generoso, reporta mayores conocimientos y consolida los acuerdos. Lo mejor sería que Ciutadans abandonara sus pretensiones de arrancar votos en las europeas y Rosa Díez permitiera a Rivera y compañía que se lucieran en una campaña que se les presenta dura. Pero ahora mismo, y por las informaciones que me llegan desde unos y otros, el pacto es absolutamente imposible.

Y será una lástima. Como escribía al principio, Ciutadans no es un partido producto sólo de una coyuntura. Claro que su aparición responde a un momento muy concreto de la historia de Cataluña; por supuesto que logró llenar ese espacio desierto en la política catalana que está relacionado con la no obsesión con el nacionalismo. Pero al conectar con un sector de la población que hacía demasiados años que se sentía aburrida de convivir y soportar una dualidad de países marcó una inflexión, una grieta entre el país imaginario y el real. O entre la calle y la representación que hace cada día los partidos de ella.

Rosa Díez dice no tener nada que ver con Ciutadans. Intuyo que lo que en realidad está verbalizando la líder de UPyD es que no tiene nada que le conecte con Albert Rivera. Pero éste, aunque sea su líder ahora, está por debajo de la idea madre que inspiró aquel manifiesto de intelectuales que tantas mentes abrió en toda España. Entre otras la de Rosa Díez.

Ciutadans abrió las puertas, que en aquellos momentos permanecían cerradas en España, a un partido de tercera vía. Y lo hizo bien y con frescura, pero Cataluña fue la pista de despegue. Y muy prudente.

Ahora que estamos a meses de las europeas y a un año y medio de las autonómicas es momento de reflexionar despierto y con los pies en el suelo. Será difícil que la cuadratura del círculo se repita y más si se obligan a ponerse palos en las ruedas.El PP y el PSC se frotan las manos, los dos beneficiados por el desdoblamiento. Es un tema de generosidad. Siempre pensamos que debe llegar del otro lado.

alex.salmon@elmundo.es

Alex Salmon 

El Mundo (4.04.2009)

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