Nadie quiere saber nada de los 600.000 hijos de ejecutados o condenados a largas penas por la justicia
Hua tiene 9 meses y un futuro sombrío: su madre fue ejecutada y su padre espera la pena de muerte
"La gente cree que serán criminales como sus padres", explica el director de un centro de acogida
Isidre Ambrós – Xian.- En China hay unos 600.000 niños que necesitan ayuda urgente, según un estudio del Ministerio de Justicia. Se trata de los hijos de criminales que han sido ejecutados o cumplen una larga condena en la cárcel. Son los últimos de la fila para la sociedad china. Una situación que el Gobierno empieza a paliar.
La ignorancia sobre este colectivo de niños y niñas es la norma imperante en China. "El principal problema es el pensamiento de los chinos. Las familias y los adultos, en general, piensan que si los padres son criminales, los hijos también lo serán y, por tanto, hay que tratarlos con dureza", dice Guo Jianhua, director y fundador del centro de acogida de menores Dongzhou Village, situado cerca de la ciudad de Xian. "Además, no hay legislación acerca de qué pasa con los hijos de criminales ejecutados", añade Guo.
Estos niños no sólo carecen de derechos fundamentales, como la educación o la sanidad, sino que además sufren el rechazo de toda su familia. Son estigmatizados por una sociedad tradicional y se ven condenados a una vida de abandono y repulsión.
Bajo el nombre ficticio de Hua se halla el inquilino más joven de los 48 que viven en el Dongzhou Village, pertenecientes en su mayoría al nivel más bajo de la sociedad china. Sólo tiene nueve meses y su futuro es sombrío. Su madre fue condenada a muerte y ejecutada. Su padre también está condenado, pero al ser padre de un bebé le ha sido aplazada la pena. Hua está solo en el mundo. No tiene familia. "Hay gente que quiere adoptarlo, pero hace falta la autorización paterna y si el padre firma es que se desentiende de su hijo y le será aplicada la pena de muerte, así que… no lo hace", explica Koen Sevenants, director general de Morning Tears.
Esta organización no gubernamental, con sedes en España, Bélgica y China, inició su labor en 1999. Diez años después, impulsa cuatro proyectos para rehacer la vida de estos niños olvidados.
En muchos casos las familias no quieren hacerse cargo de ellos. "Piensan que son una vergüenza para la familia y además no quieren asumirlos porque son una boca más que alimentar y no tienen dinero", dice Sevenants.
El objetivo de Morning Tears es que vuelvan a tener una familia. Sus esfuerzos se concentran en el centro de Dongzhou Village, pisos para reagrupar familias, una aldea de niños y la cooperación con el Centro de Prevención y Ayuda a Menores de Xian, el único del país.
Su proyecto estrella, sin embargo, es la reagrupación familiar. "Intentamos que, si los padres no viven, algún pariente acepte vivir con estos niños en un piso", explica Sevenants, que añade: "Nosotros pagamos la casa y 600 yuanes" (el sueldo mínimo en Xian).
Una iniciativa que ahora no tiene ninguna ayuda.
Pero este proyecto no es de éxito fácil. Xiaoming y Xiaoxia, dos hermanos de 15 y 12 años, lo sufrieron en su propia carne. Sus padres fueron condenados a muerte y ejecutados antes de los Juegos Olímpicos, acusados de tráfico de drogas. Un tío suyo los reclamó. Al principio, todo fueron atenciones y amor. Pero el cariño en poco tiempo se fue convirtiendo en indiferencia, luego violencia y, finalmente, tortura.
La cruel realidad es que este hombre sólo pidió hacerse cargo de los hermanos porque pensaba que sus padres habían escondido dinero en la casa y quería apoderarse de él. Tras aplicar unos duros maltratos, llegó a la conclusión de que los niños no sabían nada y los abandonó a su suerte.
Al final, el destino de Xiaoming y su hermana menor, Xiaoxia, les ha llevado a la aldea de niños que Morning Tears tiene al sur de Xian. Allí se quedarán hasta su mayoría de edad.
Esta aldea de los niños es el lugar donde estos menores encuentran la paz. La mayoría de ellos no pueden ser adoptados ni ser dados en acogida porque sus padres están en prisión o desaparecidos. Al cumplir la mayoría de edad, deberán dejar la aldea y enfrentarse a la cruda realidad. No es fácil. Debido a su estigma, nadie les quiere dar un trabajo y alquilar una casa o acceder a la sanidad es una tarea difícil.
En total, Morning Tears intenta rehacer la vida de algo más de cien niños. Una cifra simbólica, frente a los 600.000 menores necesitados de ayuda. Las autoridades chinas han empezado a tomar conciencia. El Gobierno de Pekín impulsa leyes en su favor y ayuda financiera. Algunos ayuntamientos también dan su apoyo económico. "El resto procede de donaciones privadas", dice Sevenants. Como las de las asociaciones españolas Asociación de Familias Adoptantes en China (AFAC), que ha financiado un centro en la provincia de Henan, y Familias Adoptantes de Murcia (Famur).
La Vanguardia (2.03.2009)
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