Lo que hay en el País Vasco es un movimiento fascista en toda regla, protegido bajo mano por el poder eclesiástico y político.
El martes, un mozo, hijo de un exconcejal socialista de Lazcano, se hartó de poner la otra mejilla, cogió un contundente instrumento y le dio una paliza a la herriko taberna (ilegal) del barrio. Los herrikos le habían reventado un piso que iba disponiendo con ayuda de su padre para ir a vivir con la novia. El candidato socialista, Patxi López, dijo que comprendía la ira del muchacho, pero que no era partidario del ojo por ojo, ya que eso conduce a una violencia en espiral. Error. Eso conduce a una situación a la irlandesa, que fue el ejemplo siempre presente en la negociación de Zapatero con ETA. "Una solución a la irlandesa", pedían entonces.
En Irlanda mataban unos y mataban otros, igual por igual. Lo sobrenatural del País Vasco es que solo matan unos. Los otros soportan una situación que cuando tiene lugar en África solivianta mucho a la gente de progreso. La indecencia que se vive en el País Vasco, curiosamente, no enfada a todo el mundo. No aquí, desde luego, en Catalunya, donde goza de tanto predicamento, sobre todo si los tiros caen lejos de la Rambla. Ni en el País Vasco, donde se da tan abyecta situación porque el PNV está muy interesado en no acabar con ella. Es su arma de chantaje. Las nueces de Arzallus, etcétera.
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