Os reenvío la convocatoria [presentación del libro Nacionalismo y Política Lingüística: El caso de Cataluña] que me cursa V. S., a quien le agradezco muy de veras su invitación, porque se trata de la presentación del estudio que en mi opinión cuestiona con mayor rigor, contundencia y eficacia, la versión catalanista de Cataluña (y por ende, la nacionalista de España). Aunque el estudio de JEFF MILEY es una rigurosa investigación sociológica, sus derivaciones políticas para los nacionalistas y relativistas o multiculturalistas son demoledoras. Además, es valiente; aborda y publica lo que, por ejemplo, Adela Ros no se atrevió a presentar para su publicación y lo que otros, que, como Jaume Botey, han «desandado».
Al leer el anuncio de su presentación me ha venido, además, a la cabeza que parece como caída del cielo para compensar los efectos de la imagen que de la vida pública en Cataluña están ofreciendo en Cataluña y resto de España con las presentaciones del libro de NAJAT EL HACHMI, «El último patriarca». Junto a esa imagen predominantemente buenista de la vida pública catalana es evidente que también la editorial hace su promoción y su «agosto» y que, tratándose de Planeta, la autora y el libro tiene abiertas la puertas de una gama importante y amplia de los medios, incluyendo en Andalucía, obviamente, Canal Sur y en cuantas revistas literarias son deudoras de la Fundación Lara (Mercurio…).
Conozco bien los inicios de la carrera literaria de Najat pues cuando recibió un primer premio de relatos por un Sant Jordi, ella era alumna del IES Jaume Callís de Vic, en el que yo daba clases. Por cierto, hace poco ha muerto un compañero «verdagueriano», Pere Farrés, que, antes de pasar a la Universidad, quizá le diera clase de literatura catalana. El reconocimiento de sus cualidades literarias fueron fruto tanto de su buen saber y de su madurez personal como del reconocimiento de la burbuja diferencialista en la que la instalaron: resultaba ejemplar que una joven magrebí y perteneciente al contingente mayoritario de la inmigración en Osona (comarca de Vic), el marroquí y musulmán, se hubiera integrado en la sociedad y cultura catalanas con un dominio ejemplar del catalán y una emancipación personal; se trataba de una chica de familia musulmana que no llevada el chador y estudiaba.
Estas virtudes literarias y personales han ido acrecentando la figura de Najat, especialmente desde que consiguiera compaginar su temprana maternidad con los estudios de filología semítica en la Universidad Autónoma de B. Pero, había algo en la vida literaria y en el éxito de Najat que lo sigue habiendo y, desde mi perspectiva, ensombreciendo, tal y como lo reflejó en su obra en exquisito catalán «Jo també soc catalana» (Columna, 2004), en la que vierte sus recuerdos de infancia, adolescencia y primera juventud en su vida familiar de padres emigrados a Vic, incluyendo los de sus relaciones con el pueblo rifeño originario de sus padres, de la escuela, la calle (denominada precisamente «La Calla» de Vic), de los vecinos, etc. Y aunque ha declarado que «a veces el multicultualismo es pornografía étnica» (morbosa obsesión etnocéntrica por el origen, rasgos, costumbres «diferentes» de esos «otros»), lo cierto es que no deja de entender las relaciones entre Cataluña y el Marruecos de sus padres al modo buenista de la «alianza de las civilizaciones» (en este caso la sociedad islámica, más étnica que religiosa para Najat, y la cristiana catalana) y de entender su presencia en Vic como una «identitat fronterera» entre la magrebí amazic (lengua de los beréberes rifeños) y la catalana.
A esta percepción suya le encuentro varias objeciones. Una de ellas es que las costumbres y transgresiones que descubre en las mujeres magrebíes de su calle y determinados fragmentos de la nostalgia o añoranza y de la integración en el nuevo país no tienen por qué exponerse como algo diferencial de ese colectivo sino común a alas experiencias de las familias que muchos de sus compañeros del IES de Vic, procedentes de aldeas y pueblos de Jaén, habían vivido unas décadas antes. Son experiencias que muchas veces se producen incluso en las personas que han vivido de pequeños en pueblos y después han emigrado con sus familias a la ciudad, como se aprecia sin ningún tipo de reflexiones diferencialistas en las secciones de nuestra revista Almazara, «Removiendo la memoria» y «Rincón etnográfico». Son vivencias identitarias comunes.
Pero, mi principal objeción es que parece que su obra secunda una norma básica del nacionalismo: la interlocución es entre el de fuera o el «fronterer» (segunda generación) y el autóctono, y ahí o cabe duda ni discusión: el autóctono es el catalán y el que habla catalán. Como dice Najat en «Jo també…», ella empezó a sentir lazos solidarios y fraternales entre el amazic y el catalán por ser lenguas perseguidas y minoritarias. Sin embargo, reconoce que el en la calle hablaba en castellano con escolares y vecinos suyos. Es una versión relativista actualizada de la Mari de origen xarnego de la serie y la película que parió la ideología maragalliana/juntera.
¿Dónde situar a esos niños castellanohablantes en esa relación solidaria y destinada a la integración en la sociedad catalana? Lo sorprendente es que esos otros castellano hablantes son invisibles (como los trazos de la canción) en la imagen pública de Cataluña que ofrece Najat o son parte de ese otro ente que fue el perseguidor de la lengua catalana. También es invisible el ciudadano español si no es para situar a España en el papel de la monarquía alauíta. Ya ocurrió algo parecido con Serbia y la guerra de los Balcanes.
Cuando se pregunta, a raíz de la presentación del libro «El último…», ¿»Vamos a vender la moto de que todos somos iguales en una sociedad en que se intente borrar todo signo de distinción?», supongo que confunde igualdad con uniformidad y presupongo que se está refiriendo más al respeto de España por Cataluña (así en abstracto) que al reconocimiento en Cataluña de ciertas «diferencias» como la existencia de castellanohablantes. Porque cuando se le pregunta por las políticas lingüísticas de inmersión, «normalización», única lengua oficial y vehicular, etc., contesta que es normal la normalidad que se persigue y que no entiende la «manipulación política de la lengua» (!) que llevan a cabo «ciertas mentes privilegiadas», pero «supuestos intelectuales», que han firmado algunos documentos. Debe referirse a los del Foro Babel y el Manifiesto. Como entre esos firmantes hay gente, entre otros muchos así, como Juan Marsé, reciente premio Cervantes, resulta difícil entender a qué manipulación y a qué «supuestos intelectuales» se refiere.
Pero, sobre todo, es un modo más de eludir el gran problema social, ideológico y político que hay en Cataluña, que es el de que la presencia en la sociedad catalana de la ciudadanía y cultura española es mayoritaria, pero ocultada y secuestrada por las políticas que controlan la vida pública, aun a riesgo de ocultar y secuestrar la Constitución y única soberanía y carta de derechos que tiene legitimidad democrática. Leed a JEFF.
Y ya que tiene alguna relación con los premios y la cultura española (la nacional, no la étnica), quisiera haceros partícipes del Premio Nacional de Teatro 08, que han otorgado a la compañía andaluza ATALAYA, «por la creación de un espacio original de exhibición, producción, formación y reflexión teatral, resultado de una larga trayectoria profesional». • Este grupo teatral fue fundado y sigue siendo dirigido por Ricardo Iniesta, hermano menor de Carolo Iniesta contertulio nuestro hasta hace unos 10 meses. La penúltima vez que estuvo Atalaya en Málaga (la última fue hace unos días) Carolo me dijo que había dejado dicho que me guardaran unas entradas, que después me entregó Ricardo. Felicitaciones por el premio a Ricardo y, cómo no, a Carolo.
Rafa N. (7.12.2008)