Han cambiado las prioridades

Protección del medio ambienteNingún político puede actuar como si la protección del medio ambiente no fuera con él

Hay una terapia cerebral por ondas magnéticas que llaman «técnicas no invasivas de transmisión craneal» Y las llaman no invasivas porque no hace falta operar, ni inyectar en la piel ni traumatizar ningún órgano, ni afear el aspecto exterior; simplemente, se apoya un magneto en una zona de la cabeza para crear una corriente que se fusiona con las propias del cerebro y activa el remedio.

Lo mejor para distinguir una terapia no invasiva es pensar en las técnicas invasivas utilizadas, sobre todo en urbanismo; se trata de terapias – una variante como la que se planea en la Bisbal-, que abren traumáticamente el cuerpo del planeta, inyectan cemento en una piel vegetal que había sobrevivido hasta entonces los embates de la naturaleza, y no sólo afean sino que apestan el legado cultural que nos dejó la Historia.

A veces no ha habido o no hay más remedio que operar. ¿Cómo se sabe cuando resulta inevitable provocar la sangría? Los responsables del bisturí deben andar cada día con más tiento, porque cada día quedan menos reductos para afear, además de otros factores que, afortunadamente, militan en sentido contrario.

La decisión de operar debe ser el resultado de un proceso inteligente y hoy sabemos de la inteligencia cosas que desconocíamos hasta hace muy poco tiempo. Hasta hace muy pocos años se creía que la inteligencia dependía del tamaño del cerebro. Es verdad que alguna parte del cerebro de Einstein era superior en tamaño al promedio, pero hoy hemos podido comprobar que la inteligencia está íntimamente vinculada a las regiones cerebrales que cuidan de la memoria, la atención y el lenguaje. Una decisión inteligente no puede desdeñar el daño causado al pasado histórico; no puede menospreciar y desatender los sentimientos de la gente y – como ocurre con el lenguaje-, debe ser el fruto de interrelacionar docenas de factores distintos (por eso las mujeres suelen superar a los hombres en esta facultad).

La decisión de operar debe ser el resultado de un mecanismo para visionar el futuro. Los funcionarios que están defendiendo la imposición de variantes en la Bisbal piensan que el futuro será muy parecido al pasado. Diversos experimentos han demostrado esta tendencia desgraciada en los homínidos. No saben predecir. Como dice el teórico Nassim Taleb, no saben reaccionar cuando aparece un cisne negro en lugar de blanco. No han percibido que las constantes del sistema energético han cambiado. Que no se puede actuar igual que cuando el exceso de demanda de tráfico y carburantes eran imparables.

Por último, a nivel político todo ha cambiado. Ningún responsable del sector público – y desde luego del sector privado-, puede actuar como si los conceptos de sostenibilidad y protección del medio ambiente no fueran con ellos; no les afectaran en sus estrategias de desarrollo. Debieran ser los primeros interesados en escuchar el clamor de la gente de la calle: sus demandas tienen muy poco que ver con derramar más cemento como en el pasado, sino con aportar mayor valor añadido en los campos educativos, en el colapso sanitario, en la gestión emocional y social a nivel corporativo o en las nuevas tecnologías. Por favor, han cambiado las prioridades. ¿Por qué no paran un rato de irrigarnos – a nosotros y al resto de los animales-, con cemento?

La Vanguardia-Vivir (14.11.2008)

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