Vestido de luces

Vestido de lucesEl Instituto Elcano acaba de publicar un informe sobre la imagen de España en Estados Unidos. Es un trabajo bien documentado y útil. Aunque cargado de prejuicios. Alguno de ellos se expresa con una ingenuidad conmovedora. Al Instituto le parece «asombroso», por ejemplo, que en una década esa imagen se haya mantenido inmutable. Casi cinco años ya de modernidad y progresismo y los americanos siguen viendo en España sol, toros y flamenco. Los redactores del informe recuerdan demasiado a los burócratas del Ministerio de Economía cuando en los primeros compases de la crisis (ahora ya no se atreven, por supuesto) recomendaban que España cambiara el modelo productivo. ¡Mañana mismo! Pensar que en cinco, 10 o 20 años, puede cambiarse la imagen de un país sólo puede justificarse por la necesidad de seguir haciendo informes y seguir cobrándolos.

Por lo demás, el prejuicio fundamental salta a la vista. Los redactores consideran que el sol y los toritos flamencos «lastran» la imagen de España. Un fragmento del informe llega a insinuar su malestar ante la evidencia estadística de que los americanos ven a España como un país «apasionado» y «divertido». Váyase a ver qué diría si los americanos nos viesen como a ellos los ve la abrumadora necedad española: esto es, como un país de pueriles cowboys. La pregunta fundamental, no obstante, es bífida. De una parte: ¿Por qué habrían de vernos de modo diferente? Es decir: ¿Creen los redactores que España ha conseguido segregar una imagen alternativa? Se lamenta el informe de la presencia de la guerra civil en la opinión americana: ¿Es que desconcoen en qué se basa la política española de hoy? ¿Es que no han oído hablar de las fosas y sus jueces? Y de otra parte: ¿De qué vive España? ¿De sus cerebros? ¿De sus aburridas empresas multinacionales? ¿De su circunspecta tecnología punta? Hombre, hombre.

Oblicuamente, el Instituto Elcano da en el clavo del auténtico problema de España. Mientras los americanos asumen grácilmente su pose de cowboy, desde Hollywood hasta las tabacaleras, y le sacan dinero a manos llenas, los españoles rechazan sus propias luces. Que, por cierto, no son sólo la del traje de los toreros, sino también las del sol y los faralaes. Ciertamente: no son las luces de la Ilustración, ¡pero que vachaché…!

Los americanos tienen la imagen de España que hay que tener. Es una imagen simpática, atractiva, poderosa y singular. Tiene un valor indudable y una literatura densa. No acaba de verse en qué medida lastra. ¿Qué hay que lastrar? Lo realmente preocupante de la España actual no es que sea un país de camareros. Lo preocupante son los modos y maneras de sus camareros, su formación y su atravesada hidalguía, esa barba cerrada y azul festoneando la mueca.

(Coda: «Ahora siento un placer inefable viendo picar a un toro, destripar a un caballo, voltear a un hombre». Viajes a España, Prosper Mérimée.)

Arcadi Espada

El Mundo (6.11.2008)

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