El bufón en la corte

Albert Boadella fue uno de los promotores de la asociación 'Ciutadans de Catalunya'La marcha de Boadella a Madrid culmina una vida de contrastes
El fichaje de Albert Boadella por Esperanza Aguirre, para que dirija el teatro El Canal de Isabel II en Madrid, puede haber causado alguna sorpresa. Pero no para quienes conozcan su trayectoria profesional, rica en contrastes. Porque ha sido Boadella quien ha pasado del mimo con mallas y sin palabras a los espectáculos inspirados en los clásicos castellanos (Las maravillas de Cervantes, En un lugar de Manhattan).Del trabajo minucioso en la cúpula de Pruit, donde nacieron las mejores producciones de Els Joglars, al confortable despacho del que dispondrá en el flamante teatro madrileño cuya dirección asumirá en enero.

De Els Joglars girando bajo el rótulo del Teatre Nacional de Catalunya a la máxima responsabilidad del teatro de la Comunidad de Madrid, cuyo proyecto impulsó primero Alberto Ruiz-Gallardón, y culminó luego su rival política, Esperanza Aguirre. De la amistad con el socialista Josep Borrell (a quien incluso instruyó en el arte de la comedia, es decir, de la interpretación) y el apoyo al Teatre Lliure, o de la afiliación al PSC y el pregón en el balcón del Ayuntamiento de Girona, a la creación del partido Ciutadans junto a presuntos puristas de entre la derecha y la izquierda y más allá del centro. De la crítica al nacionalismo catalán y a su virrey Jordi Pujol (el primer Ubú y el Ubú president)al coqueteo con la derecha bonachona y rica del PP madrileño. Del Boadella crítico al Boadella resentido que abdica de su catalanidad en un libro bautizado, apoyado y pagado por una editorial del reino. Del director de teatro divertido, ácido y jovial, al catalán que vive en Jafre pero mira a Francia como refugio, concretamente al Rosellón. De un teatro crítico con su tribu y sus costumbres, sátira saludable sobre los mandamases y las modas, a un desprecio hacia sus coetáneos, tanto en el teatro como fuera de él. De un prófugo de la justicia (?) franquista, con halo de héroe, a profeta maldito en su propia tierra. De denunciante a denunciado. De guerrillero a francotirador. De acicate de una democracia en desarrollo y bufón de las malas costumbres políticas a desencantado mirón de una sociedad en la que no ve otra solución más que el canibalismo (La cena,su último espectáculo). De la estimación popular al autodestierro.Albert Boadella siempre dijo ser un conservador. Nunca fumó un porro, ni fue progre ni apreció las comunas. Un conservador de izquierdas o un progresista de derechas, según se mire. Pero siempre con un solo un amo: él; y un solo interés: su compañía.

Del resto del teatro, apenas alguna charla con Joan Font, con Lluís Pasqual. De hecho, Boadella no suele ir con regularidad al teatro. Como todos aquellos que tienden a la genialidad, tiene un punto egocéntrico.

Es un creador total, magnífico, celoso de sus interioridades y hábil para cambiar su discurso sobre la marcha según las circunstancias, sin parecer contradictorio. A Boadella, durante muchos años profesor asociado del Institut del Teatre en la sede de Vic (fue interpelado por CiU por sus supuestas ausencias), le ha gustado siempre vivir "en libertad". O sea, hacer lo que quería artística y personalmente. De ahí que rechazara hace ya años la oferta de la entonces miembro del Gobierno español Esperanza Aguirre para dirigir cualquier centro de producción teatral del Estado. Entonces Boadella dijo no, alegando esa libertad de movimientos y la vinculación a una compañía de teatro con 47 años de historia y referente del teatro catalán y español. Ahora su opinión es otra.

Desde que presentó en el puerto de Barcelona (en un barco, para no tocar tierra catalana) su libro Adiós Cataluña. Crónica de amor y de guerra, no es fácil recoger opiniones de este creador.

Boadella renunció entonces a hablar con los medios de comunicación catalanes. Ayer siguió con su obstinación y no contestó las llamadas de este diario. Sin embargo, argumentó su última decisión a la agencia Efe como sigue: "Cuando alguien que empezó hace muchos años, cambiándose en los lavabos de los teatros de España para salir a escena, recibe la oferta para dirigir algo así [ el Teatro del Canal], en cierta medida es como llegar al cielo, y tiene que aceptar". Y así es como el bufón Boadella ha llegado al cielo de la corte madrileña.

La Vanguardia (17.09.2008)

 

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