Acabo de oír al ministro de Economía, señor Solbes, pedir a los empresarios que hagan todo lo posible por mantener los puestos de trabajo y al mismo tiempo pidiendo a sindicatos una mayor constricción sobre sus deseos de aumentos salariales, con vistas a los próximos convenios.
Estoy hasta el gorro de ver los vehículos oficiales de los señores alcaldes mal aparcados, estoy hasta el gorro de que ahora los presidentes de los grupos parlamentarios y los miembros de la Mesa (Parlament de Catalunya) se autocambien el coche, pasando de un Volkswagen Passat a un Audi A6; estoy hasta el gorro de que me digan que la señora Manuela de Madre y otros seis o siete correligionarios del partido están comiendo en un comedor privado en el Vía Véneto, estoy hasta el gorro de que al señor Apel · les Carod lo designen embajador de Catalunya en París.
Estoy hasta el gorro de… y todo esto lo pagamos nosotros. Yo amo a Catalunya y la amo con sentimiento y cuando voy por esos mundos de Dios me gusta invitar a la gente (con mi dinero), me gusta hablarles de Catalunya, del porqué de nuestra lengua, de lo necesario que es nuestra financiación, de por qué los papeles de Salamanca han de estar aquí, y me gusta que me digan… ¡caramba con los catalanes! Ahora hace tiempo que no me lo dicen.
Señores políticos, estamos hasta el gorro de ustedes. Por favor, váyanse todos, viviremos mucho mejor y tendremos más dinero.
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