Pero ¿está ahí la ministra?

La Ministra desaparecidaLa falta de iniciativas de Elena Espinosa exaspera a los grupos ecologistas

Los colectivos conservacionistas critican severamente la ambigüedad en las posturas de Espinosa

Antonio Cerrillo – Barcelona.- Un cierto halo de misterio rodea los pasos de la ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, Elena Espinosa. Cuando se cumplen los cinco meses llevando las riendas de tan vasto departamento, la falta de iniciativas exaspera a los grupos ecologistas. La indefinición sobre las prioridades de su gestión, la ambigüedad sobre los proyectos más polémicos y una inusitada discreción de la ministra son las características de una peculiar manera de gobernar que desconcierta a los grupos conservacionistas. La pedagogía o el debate abierto, tan necesarios en una cultura medioambiental, han pasado a la trastienda de la política entendida como una espesa niebla gallega.

Los grupos conservacionistas acogieron el nombramiento de Elena Espinosa con enorme prevención, pues en el nuevo macroministerio se difuminaban las competencias de medio ambiente. Además, la decisión del presidente del Gobierno de prescindir de Cristina Narbona anunciaba cambios de rumbo. Y por si todo esto fuera poco, correligionarios de Narbona contribuyeron a estigmatizar a la ex ministra como una persona inflexible e incapaz de llegar a acuerdos con el PP. Con Espinosa, quedaba claro que se buscaba una nueva etapa.

Pero al cumplirse cinco meses de su nombramiento, la falta de iniciativas de Espinosa es clamorosa y preocupa a las formaciones ecologistas. Juantxo López de Uralde, director de Greenpeace, denuncia la parálisis del ministerio, y Theo Oberhuber, dirigente de Ecologistas en Acción, señala que "la actividad del ministerio ha sido muy reducida, por no decir nula".

Durante este tiempo, la nueva ministra ha estado volcada en una reorganización interna con la complicación de garantizar la cuota femenina en los cargos. Pero, superada la etapa inicial de parón, algunos de los peores presagios no se han despejado.

"Seguimos sin saber cuáles son sus prioridades, ni qué calendarios de realización propone, no hay ninguna hoja de ruta", declaró a este diario Oberhuber. Durante las primeras reuniones que ha mantenido esta semana con los grupos ecologistas, la ministra ha demostrado que es una política al estilo gallego: calla y escucha, da respuestas que no le comprometen a nada, toma alguna nota y, en cambio, se muestra más expresiva cuando rechaza las iniciativas que le proponen.

Por ejemplo, durante la reunión que mantuvo con Oberhuber, la ministra rechazó la idea de hacer un acto conjunto en la próxima reunión del Congreso Mundial para la Naturaleza – que se celebrará en octubre en Barcelona- para denunciar la sobreexplotación de la pesca; alegó que antes había que hablar con la UE. También se mostró contraria a tramitar el borrador de la futura ley de Movilidad, al considerar que traería problemas con las comunidades autónomas. En diversas ocasiones, reiteró, a sugerencias de Oberhuber, sobre asuntos de energía, que "eso era competencia de otros ministerios".

De la misma manera, en la reunión con Greenpeace, tampoco se comprometió a crear reservas marinas, "con el argumento de que no puede haber reservas marinas protegidas sólo sobre el papel y que, si se hacen, se deben hacer bien", dice López Uralde.

Su estrategia defensiva se combina con una ambigüedad en las políticas ambientales. Tanto López de Uralde como Oberhuber dicen que la política de aguas es "confusa", pues se dan mensajes contradictorios. "Un día dice que habrá trasvases y otro que no, pero que buscarán un pacto del agua. Antes, había una política y un posicionamiento claro, aunque no siempre estábamos de acuerdo, pero ahora no hay una política clara y diáfana", dice López Uralde.

"Nos dijo que continuaría la misma política de agua y el programa de agua de desalinizadoras en la costa mediterránea. Pero no concreta. Nos dio la impresión de que no quiere entrar como un elefante en una cacharrería y que va con pies de plomo", dice Alejandro Sánchez, director ejecutivo de la Sociedad Española de Ornitología. "Las declaraciones y los mensajes confusos no generan confianza. Con esas contradicciones no sabemos si juega al despiste. Está claro que con ella se busca un perfil discreto y evitar los conflictos, y no llamar la atención para no ganarse enemigos", opina Oberhuber.

La estrategia de la ministra de navegar entre dos aguas también se percibe en sus posiciones sobre energía nuclear o los transgénicos. "Antes, en el Gobierno había dos posiciones sobre los transgénicos: Narbona estaba en contra, y Agricultura, a favor. Pero ahora no hay una posición clara", dice López Uralde.

La ambigüedad de la ministra desarbola. Los ecologistas estaban acostumbrados a Isabel Tocino, una mujer que siempre va de cara. Luego, supieron interpretar los cordiales golpes en la espalda de Jaume Matas o simpatizar con la humanidad de Elvira Rodríguez, una señora con las ideas claras de lo que debe ser una persona de derechas. Y confraternizaron con Cristina Narbona, que les quiso convertir en un lobby influyente para equilibrar las políticas más insostenibles. Pero con Espinosa, entran también como Pedro por su casa agricultores, pescadores, navieros, acuicultores, cooperativistas, productores de plátano, apicultores, cazadores, productores de leche cruda y otros sectores agropecuarios.

Los grupos ecologistas reclaman a la ministra un liderazgo. Y no comprenden que eche balones fuera invocando que no tienen competencias en determinados asuntos. "La ministra no debe limitarse a sus competencias, sino asegurar una gestión ambiental transversal en todo el Gobierno", dice Oberhuber.

La indefinición no va a frenar los conflictos. Los grupos ecologistas lamentan que la ministra no haya reunido al Consejo Asesor de Medio Ambiente. Y desean saber si continuará las políticas activas de Narbona de aplicación de la ley de Costas y le recuerdan la urgencia de actuar contra el cambio climático.

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