La ecocertificación intenta frenar la tala descontrolada de los bosques tropicales
Antonio Cerrillo – Barcelona.- Muchos ciudadanos desconocen que, cuando compran una mesa de jardín o renuevan la carpintería de su casa, seguramente han contribuido sin querer a la deforestación de los bosques tropicales. ¿Por qué? Un volumen enorme de las importaciones de madera en España procede de explotaciones forestales insostenibles o, sencillamente, de talas ilegales en países en desarrollo. Extracciones de madera sin permiso, fuera de concesión o talas de especies y diámetros no autorizados son parte de la casuística.
Sin embargo, estas prácticas ilegales en su origen quedan blanqueadas antes de que la mercancía sea exportada, debido a la falta de controles antes de salir del país, por lo que, al final, se trata de un comercio exterior legal. Sin embargo, para acabar con este círculo vicioso, algunos importadores de madera y fabricantes de productos derivados (mobiliario de jardín, puertas, tarimas, ventanas, suelos de parquet) empiezan a concienciarse de los perjuicios ecológicos y sociales de estas compras, y comienzan a exigir que estas mercancías tengan el sello del Consejo de Administración Forestal (FSC: Forest Stewardship Council, en inglés) – reproducido en la parte superior de la siguiente página-, que garantiza que procede de un bosque explotado de manera racional, tanto en el plano ambiental, como en el social y económico.
Organizaciones como Adena/ WWF se han implicado en la promoción de la ecocertificación FSC, convencidas de que un consumo responsable de productos forestales puede incentivar una gestión equilibrada del bosque y generar una economía en estas zonas pobres y en riesgo de deforestación. "Hay un interés creciente de los importadores españoles por un consumo forestal responsable; pero es fundamental la implicación de las administraciones públicas, que tienen un gran poder para modificar el patrón de consumo, pues sus prescripciones pueden marcar el camino de los productos que consumen", explica Elena Domínguez, técnica de sensibilización de mercados de Adena/ WWW.
En todo el mundo hay más de 100 millones de hectáreas certificadas que tienen el apoyo de las ONG (y 9.200 empresas certificadas), lo que representa el 10% de los bosques productivos de todo el mundo y el 5% de los productos, según explica Félix Romero, de Adena/ WWF.
Y en España, los consumidores ya pueden encontrar productos con esta certificación (maderas, puertas, ventanas, tarimas, cepilllos, papel, mobiliario urbano), pues hay 97 empresas con certificación. La cadena de mobiliario de jardinería Leroy Merlín; la empresa Benito Sistemas de Carpintería (Navia, Asturias), principal fabricante de ventanas de madera de España, o Biofusta (Vall d´Uixó, Castellón), que produce madera casi al 100% con sello FSC, son algunas de las empresas que venden estos productos; aunque la lista es larga: Fustes Garolera (Cassà de la Selva, Girona), Tamalsa (Aldaia, Valencia) o Alberch (Badalona, Barcelona).
Adena/ WWF organizó una misión comercial el pasado mes de marzo para promover las relaciones comerciales entre los productores de madera certificada FSC de Bolivia y empresarios de diversos países, entre ellos España, Suecia u Holanda.
No es casualidad que los contactos de los empresarios europeos se hayan establecido con productores de madera certificada de Bolivia. Este país es líder mundial en certificación de bosques tropicales y cuenta con dos millones de hectáreas con el sello FSC. En Bolivia hay más de 50 millones de hectáreas forestales – sólo se explota un 28%-, y el bosque tropical es una fuente tradicional de recursos para las poblaciones rurales e indígenas. Esta actividad genera trabajo y divisas. Hay 19 empresas con sello FSC y otras 48 certifican la cadena de custodia, con lo cual se ofrecen garantías de la trazabilidad hasta, pues no sólo se importan troncos, sino muebles y otros productos forestales.
Adena promueve la información entre los empresarios, dispuesta a llevarlos "de la mano" para que hagan compras responsables, resume Elena Domínguez. Ha promovido una red de entidades comprometidas, entre las que se encuentra Lafargue o los ayuntamientos de El Prat o Gavà para que hagan compras de papel y maderas certificadas.
Los expertos señalan que la participación ciudadana también ayuda a incrementar este comercio. Muchos sectores profesionales (diseñadores, arquitectos, profesionales vinculados al papel o la madera) pueden influir con su decisión en la conservación de los bosques tropicales, cuya destrucción supone un 20% de los gases de efecto invernadero. "Cualquiera que consuma madera puede influir para salvar estos bosques", destaca Domínguez.
Sin embargo, Miguel Ángel Soto, de Greenpeace, sostiene que la recesión hace que los promotores inmobiliarios estén prestando ahora menos atención a garantizar que la madera procede de bosques tropicales no sobreexplotados. Soto señala que los empresarios no han pasado de la fase de expresar buenas intenciones (representadas en un código de buenas prácticas), mientras que echa en falta un plan de acción para hacer realidad esos buenos deseos asegurándosse una mejor evaluación de las importaciones de madera que realizan. "Muchas veces no saben a quién compran la madera", se queja Soto. Los empresarios siguen esperando que la UE tome cartas en el asunto y fije el procedimiento para avalar las importaciones (para lo cual debería demostrarse que vienen de bosques con planes de gestión silvícola).
La Vanguardia (20.05.2008)
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