Hubo un tiempo en que la izquierda defendía, antes que nada, la libertad y la igualdad. En la actualidad, los partidos que se llaman de izquierdas parecen entretenidos en cuestiones distintas, les interesa más el respeto a unas supuestas diferencias que cultivan con amor y, sobre todo, las multiplican allá donde lo ven posible. La igualdad se ha sustituido por la identidad, la ilustración por el relativismo cultural, la socialdemocracia por el estructuralismo posmoderno. En todo caso, van abandonado sus tradicionales principios.
Viene ello a cuento porque ha comenzado en Catalunya la sigilosa supresión del bachillerato nocturno. Este año dejará de impartirse en la mitad de los centros y el próximo año en el resto. Las clases pasarán a ser todas de horario diurno y, según la Conselleria d´Educació, se reforzará el bachillerato a distancia, es decir, mediante internet, la solución mágica de las nuevas tecnologías, el venerado icono de los pedagogos a la moda.
Hace unos años, no tantos, ello hubiera dado lugar a un intenso debate social: se habría ponderado sobre todo la labor social del bachillerato nocturno y la medida hubiera sido considerada por la izquierda antisocial y elitista. Hoy, por el contrario, dicha supresión está tácitamente respaldada por un sonoro silencio. No en vano, esta decisión de la conselleria ha sido tomada por un Govern que se considera de izquierdas, con las espaldas bien cubiertas por los comentaristas que contribuyen a formar la opinión pública.
Creo que fue Felipe González quien dijo, medio en broma, medio en serio, que el socialismo es aquello que hace un gobierno socialista. Pues bien, esta irónica frase, falazmente circular, útil sólo para la esgrima dialéctica, se ha convertido para muchos en dogma. ¿Se imaginan que la decisión de suprimir el bachillerato nocturno la hubiera adoptado el PP, en concreto Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid? ¡Madre mía la que se hubiera armado en las tertulias de la Ser! Un día tras otro, la hubieran sacado a relucir el neoliberalismo y los neocons. ¿Se imaginan que la medida la hubiera acordado, hace diez años, el Govern de Jordi Pujol? Las manifestaciones en la calle estarían encabezadas por los mismos que ahora promueven la medida. Pero no: la supresión del bachillerato nocturno ha sido aprobado por un Govern d´esquerres y con ello ha quedado santificada. Un Govern, además, encabezado por un presidente que cursó el bachillerato nocturno. Silencio de los grandes sindicatos, de CC. OO. y de UGT.
El bachillerato nocturno se nutre de alumnos que trabajan durante el día y roban horas a su sueño para poder estudiar de noche. Ahora pretenden robarles otro tipo de sueño: su ascenso en la escala profesional, conseguir puestos de trabajo más satisfactorios y mejor remunerados, poder adquirir nuevos conocimientos que den sentido a sus vidas, huir de la precariedad, de ocupaciones mal pagadas y frustrantes, sin horizontes ni objetivos. Están dispuestos a hacer un esfuerzo, un gran esfuerzo, para salir del hoyo en el que están debido a su origen social y así situarse en posición de igualdad con los demás cara al futuro. La igualdad, ¿recuerdan todavía esta palabra, este principio, este valor? En Catalunya estamos más por la diferencia, por tener un modelo diferente, propio. Porque la comunidad autónoma de Catalunya es la única de toda España que pretende suprimir el bachillerato nocturno. ¿Somos los avanzados en esta materia? Quizás: también nos gusta ser avanzados. Diferentes y avanzados. Pero ¿y la igualdad? ¿Los alumnos que no puedan cursar nocturno encontrarán acomodo en el bachillerato a distancia, como pretende la conselleria? No lo creo: el bachillerato a distancia puede ser un complemento del nocturno, pero no un verdadero sustituto, más ventajoso que este. Hasta ahora, los estudiantes han podido optar, se han inclinado claramente por el nocturno. El año pasado, escogieron nocturno casi 5.000 y a distancia sólo 1.700. Es normal.
En este momento de su formación – de su muy escasa formación- un alumno necesita clases presenciales, poder preguntar al profesor, recibir sus respuestas al instante, encontrar el estímulo que supone competir con los compañeros. La fría soledad de encontrarse desamparado ante un ordenador sólo puede ser eficaz en alumnos con un nivel cultural más alto y con un entorno – sobre todo una vivienda- que facilite el estudio. No es el caso de la mayoría de los estudiantes de bachillerato nocturno.
Por sorpresa, con nocturnidad y alevosía, los centros que han estado cursando bachillerato nocturno se han enterado pocos días antes de proceder a la preinscripción con este ucase del Departament d´Educació. De momento, parece que han hecho caso omiso y han dado los primeros pasos para abrir la matrícula. Ayer, y en la semana anterior, han mostrado los profesores de nocturno su desacuerdo mediante manifestaciones de protesta.
Las espadas todavía están en alto y si el sentido social se impone a las tentaciones tecnocráticas, aún se está a tiempo de rectificar. No creo que sea presentable que un gobierno que se autoproclama de izquierdas tome una medida tan antisocial y elitista.
Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB
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