"En un mundo crecientemente multipolar" es una expresión que se repite en el último Informe Semestral del Fondo Monetario Internacional, especialmente a la hora de proponer soluciones a la delicada situación de la economía mundial. La mayor solidez de las economías emergentes, con una evolución más solvente del ahorro y una menor exposición a las insensatas tentaciones de la mezcla de ingeniería y corruptelas financieras hoy ya tan famosas, está propiciando un salto cualitativo en los indicadores de distribución del poder económico y financiero, conformando un mundo global decididamente diferente del de finales del siglo XX.
La última oleada de datos publicados en abril de 2008 ha sido abrumadora. La Organización Mundial de Comercio oficializa el ascenso de China al segundo lugar del ránking de exportadores, superando a Estados Unidos en 2007, tras haber desbordado a Japón en 2004, a Francia en 2003 y al Reino Unido en 2002. Sólo Alemania resiste, por ahora. El Informe sobre Estabilidad Financiera Global del FMI muestran cómo China amplía en 2007 su ventaja al frente de los "exportadores netos de capitales", casi igualando la suma de los dos países avanzados, Japón y Alemania, que le siguen… al tiempo que Estados y Unidos y España continúan al frente de la lista de "importadores netos de capitales". Por su parte, los Indicadores de Desarrollo del Banco Mundial mostraban como entre 1995 y 2006 las economías avanzadas han perdido 7 puntos (pasando del 66 al 59%) del PIB mundial, que han ido íntegramente a los países de Asia. Los datos revisados comparativos de distribución del PIB mundial que ofrece el FMI sobre 2007, por su parte, ubican a China en el segundo lugar y a India en el cuarto. Asimismo los otros dos integrantes de los "BRIC", Rusia y Brasil, figuran en séptimo y noveno lugar, desbordando al G-7 como directorio económico mundial. Las importantes dificultades en que los países avanzados se han visto sumidos revalorizan el papel de las economías emergentes… y la necesidad de contar con su apoyo para mantener en niveles mínimamente positivos la evolución de la economía mundial. Para pasmo de muchos y moralejas para todos, un eventual "decoupling" entre avanzados y emergentes perjudicaría ahora más a los primeros que a los segundos.
Juan Tugores Ques – Catedrático de Economía de la UB
La Vanguardia (2.05.2008)
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