En las reuniones de Ginebra tras la T-4
El órgano institucional común tendrá capacidad ejecutiva y de propuesta legislativa. Todo ello, siempre y cuando así lo decidan los ciudadanos vascos y navarros. Respecto al País Vasco francés, el asunto deberá quedar resuelto con la creación de una 'eurorregión'.
Ésta fue la oferta que hizo el Gobierno a Batasuna–ETA en la mesa doble que se creó en Ginebra en mayo de 2007, meses después del atentado de la T-4.
Zapatero: 'Con ETA hablamos de política'
A ello se refería el presidente del Gobierno cuando en la entrevista concedida a este periódico el 13 de enero reconoció que "con ETA hablamos de política, pero no hicimos ninguna concesión política a ETA".
En efecto, Batasuna y la organización terrorista rechazaron la propuesta del Ejecutivo, que sufrió todo tipo de formulaciones erróneas por parte de los intermediarios. No en vano, se trataba de miembros del Sinn Fein y mediadores que en el conflicto irlandés allanaron el camino en nombre del Gobierno británico, que, o bien tenían interés en favorecer a la izquierda abertzale, o bien desconocían el problema vasco en toda su profundidad.
Con la nueva cúpula, la banda, que cuatro meses antes había anunciado la tregua, cambia el discurso: el Ejecutivo había incumplido, las negociaciones de la mesa de partidos políticos no avanzaban lo suficiente y había que presionar y radicalizar las posturas… Esos son los nuevos argumentos.
Quienes conocieron las entrañas de la preparación de la tregua creen que lo que se produjo fue un cambio de opinión radical. Jesús Eguiguren, presidente del PSE-EE, aseguraba recientemente en una entrevista que, a pesar de que "las bases" del proceso fueron "sólidas", a la banda "le entró un vértigo enorme a la hora de decir adiós a las armas".
Los expertos antiterroristas creen que ETA, y la izquierda abertzale en general, siempre juegan, desde el principio, con dos barajas: realizan un anuncio con posibilidades para la interpretación polisémica y, después –si no han manifestado expresamente su intención de abandonar la violencia–, van eligiendo el camino moderado o el radical, según su propia conveniencia.
Sea por lo que fuere, el hecho es que ETA lanzó su comunicado de mediados de agosto de 2006 alegando que el proceso estaba en "crisis". A su vez el Gobierno, previo pacto con Batasuna, intentó arreglar la situación de crisis anunciando un preacuerdo con la formación ilegalizada que incluía la ineludible incorporación del PNV.
Imaz a Otegi: 'No negociamos con una pistola en la sien'
Así, se convocaron las reuniones del santuario de Loyola que constituyeron en realidad la verdadera mesa de partidos que abordase las cuestiones políticas pendientes, visto que participaban en ella las únicas tres formaciones imprescindibles para que este asunto prosperase –PNV, PSE y Batasuna–.
Tras varios encuentros, el 15 de octubre se celebra una reunión en la que participan Batasuna (con Arnaldo Otegi y Rufino Etxebarria), el PNV (con Josu Jon Imaz e Iñigo Urkullu) y el PSE (con Jesús Eguiguren y Rodolfo Ares).
Otegi y Etxebarria protagonizan una situación entre embarazosa y violenta cuando intentaron que recayera en el otro la responsabilidad de presentar la propuesta que traían en la cartera, fingiendo no encontrar los papeles. En realidad, eran los mensajeros de un ultimátum de ETA: o se aceptaba la creación de una autonomía única para el País Vasco y Navarra o todo iba a saltar por los aires.
En este punto fue Josu Jon Imaz, entonces presidente del PNV, quien intervino visiblemente enfadado para advertir a los miembros de Batasuna que no iban a permitir que impusieran su propuesta, la que fuera, poniéndoles "una pistola en la sien".
Tony Blair y el Sinn Fein llaman a Zapatero
Tras el atentado de la T-4, un importante miembro del Sinn Fein, los representantes del Centro Henry Dunant y por el ex primer ministro británico Tony Blair, llamó al presidente asegurando que los terroristas tenían una propuesta que hacer.
En un chalé de las cercanías de Ginebra se reunieron los representantes de Batasuna, los del PSE, los enviados del Gobierno y los de ETA. Había que formar dos mesas separadas –la de los aspectos técnicos con ETA y la de los aspectos políticos con Batasuna–, para que nadie pudiera afirmar que se había hablado de política con la banda terrorista, y fuentes del Ejecutivo sostienen que esta medida 'profiláctica' se respetó.
Hubo al menos cinco reuniones en tres viajes distintos. La banda insistió: quería la autonomía a cuatro solicitada en la fracasada reunión de Loyola por Otegi y Etxebarria. Pacientemente, el representante del Gobierno argumentó la imposibilidad de dar curso a esa propuesta porque era claramente inconstitucional, pero alegó que podían recuperarse algunos de los logros políticos alcanzados en las reuniones preparatorias de la fracasada mesa de partidos. Se podía avanzar, de otro modo.
ETA dijo 'no' una vez más tergiversando la realidad
ETA rechazó la propuesta definitiva –formalmente lo hizo Batasuna porque la última reunión se realizó con sus representantes–, y después difundió en el diario 'Gara' que había ofrecido dejar de matar pero que el Gobierno, en "su apuesta por prolongar el conflicto", no lo había aceptado.
Tergiversó la realidad para no tener que reconocer ante sus bases que el Ejecutivo había puesto encima de la mesa un argumento de contenido político que en su día le pareció bien a Batasuna, pero que la organización no había querido aceptar.
La última reunión se produjo a principios de mayo de 2007. A partir de ahí, el comité ejecutivo de la banda impulsó la estrategia que ETA y Batasuna habían estado desarrollando desde la T-4 y que se resumía en el siguiente planteamiento: no fue ese atentado y los incumplimientos de la banda los que acabaron con el proceso –afirmó la organización–, son el PNV y el PSOE los responsables de que todo haya fracasado.
De ese modo ha justificado ETA los atentados contra la Ertzaintza y contra los socialistas vascos. Queda, no obstante, un rescoldo de todo aquel esfuerzo negociador. El presidente del PNV, Iñigo Urkullu, no se ha cansado de recordar que lo que se habló en Loyola puede seguir siendo válido. Y destacados socialistas vascos sugieren que lo acordado allí, si cambian las circunstancias, podría ser la base para un acuerdo futuro.
El Mundo (7.04.2008)
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