A diferencia de los dos grandes partidos nacionales, que buscan el triunfo electoral con el objeto de formar gobierno, el resultado de Unión, Progreso y Democracia (UPyD) no debe medirse únicamente en función de los votos y diputados obtenidos en las urnas. Debe medirse, también, en función de la capacidad de incidencia del partido y sus ideas sobre la opinión pública.
Electoralmente hablando, las urnas han proporcionado a UPyD lo que buscaba: entrar en el Congreso de los Diputados. Y ello, a pesar de haber luchado contra los elementos. En primer lugar, ha luchado contra sí mismo, es decir, contra la falta de recursos de un nuevo partido de futuro político y solvencia económica inciertos. En segundo lugar, ha luchado contra el ocultamiento y escamoteo que, con alguna excepción como el diario que tienen en sus manos, ha sufrido por parte de unos medios de comunicación que se han volcado masivamente en los dos grandes partidos políticos. En tercer lugar, ha luchado contra el voto útil de quienes han decidido dar su apoyo a José Luis Rodríguez Zapatero para que Mariano Rajoy no ganara las elecciones y contra quienes han decidido dar su apoyo a Mariano Rajoy, o se han abstenido, para que José Luis Rodríguez Zapatero no revalidara el poder.
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