Los solteros se quedan, las parejas se van
Josep Playà Masset | Barcelona | El día que una joven pareja de Barcelona se entera de que van a ser padres, lo más seguro es que también empiecen a pensar en echar raíces en otra ciudad. El piso se les quedará pronto pequeño y no tienen ahorros para comprar uno más grande, pero fuera de Barcelona son más baratos. La probabilidad de marcharse será aun más alta si la mujer no trabaja o si ninguno de los dos tiene estudios superiores.
El 75% de la población de 25 a 34 años que se va de Barcelona lo hace en pareja o con los hijos, según datos del censo del 2001. En cambio, de los que llegan a la ciudad, en esa misma franja de edad, menos del 50% están casados o con descendencia. Y si quienes llegan son inmigrantes, entonces la probabilidad de que sean jóvenes y solteros es aún mayor. El resultado es que en Barcelona cada vez hay más solteros, de modo que hay más solteros que casados en todos los grupos de edad casi hasta los 40 años, como se refleja en un trabajo dirigido por Antonio López Gay, del Centre d´Estudis Demogràfics (CED) y del departamento de Geografía de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Los solteros equivalen al 60% de la población de 30 a 34 años de Barcelona, mientras que en una corona de 10 a 20 kilómetros y en esa franja de edad son sólo el 39%. Y entre 35 y 39 años, los porcentajes son del 40% en Barcelona y de la mitad en el área metropolitana. No se trata de una tendencia exclusiva de Barcelona sino que sucede también en otras grandes ciudades europeas, como Londres y París, y de EE. UU.
El argumento central de la investigación es que "por primera vez en la historia demográfica de Barcelona, la población casada no supera a la soltera hasta llegar a los 37-38 años, un proceso en el que la migración y la movilidad residencial han tenido un papel decisivo y se han sumado así al conocido cambio de comportamiento de la población en términos de nupcialidad". Se puede hablar de "filtro sociodemográfico" y, según el investigador del CED, no es difícil aventurar las causas de la presencia de más solteros. "La más evidente es el mercado de la vivienda, tanto los elevados precios como los tipos de pisos, la densidad de población y la escasez de espacios verdes". También influyen el "estilo de vida urbano y la oferta de ocio", al menos para los jóvenes.
Antonio López recuerda que en París se han estudiado los cambios en la tipología de los hogares, más intensa aún que en Barcelona. "En París, aproximadamente la mitad de los hogares son unipersonales, pero además más del 70% son de personas de menos de 50 años". Otras investigaciones demuestran el fuerte incremento de los profesionales en detrimento de los operarios. "En Inglaterra, algunos estudios de los años 90 ya indican que los grupos más propensos a instalarse en el Inner London eran profesionales y técnicos, y que se marchaban los dos extremos de la jerarquía socioeconómica: los directivos y los operarios". Estos fenómenos han dado lugar a procesos de elitización en algunos barrios.
En el caso de Barcelona, los flujos migratorios y los de cambios residenciales han contribuido a la renovación de los habitantes. Y aunque se mantiene el proceso de envejecimiento, se perciben cambios. Los que llegan tienen en general más estudios que los que se van. Incluso entre los inmigrantes, el nivel de estudios es superior al de quienes están aquí, aunque algunos expertos dudan de la validez de este dato basado en las declaraciones censales. Otra cosa distinta es que trabajen en puestos que están por debajo de sus capacidades.
En Barcelona tiende a quedarse la población más formada. Siete de cada diez personas de 25 a 34 años con estudios universitarios se quedan en la ciudad cuando cambian de domicilio. Por el contrario, entre quienes cambian de domicilio y sólo tienen estudios obligatorios se quedan en la ciudad el 55%. Los grupos a los que se atribuye un mayor grado de permanencia son los de profesionales cualificados y mujeres activas. De los profesionales que residen en las comarcas metropolitanas y cambian de residencia, una de cada cinco veces es para ir a Barcelona. Los operarios lo hacen en una de cada doce.
De acuerdo con la misma lógica, las personas que buscan casas o pisos grandes tienden a marcharse fuera de la ciudad y los que llegan son más propensos a vivir de alquiler y en pisos pequeños. Los adultos jóvenes que se van a municipios metropolitanos situados a distancias intermedias viven en casa de propiedad en un 85% de los casos y con una superficie media de 90 metros cuadrados. Los que cambian de domicilio en Barcelona, sin salir del término municipal, pasan a vivir en propiedad en un 55% de casos y en pisos con una superficie media de 75 metros cuadrados.
La Vanguardia, lunes, 14 de enero de 2008
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