EE.UU. se suma finalmente a la hoja de ruta para lograr un nuevo Kioto en 2009

Por fin y tras toda una noche y la mañana del sábado, a las 14.30 horas de Indonesia (las 8.30 en España) se ha adoptado la Hoja de Ruta de Bali. Cuando las negociaciones parecían estar al borde la ruptura, EEUU levantó su veto tras quedarse absolutamente solo, y se aprobó un documento de cuatro folios que contiene la agenda y los principios que deben regir las conversaciones de aquí a 2009, para elaborar un nuevo Protocolo de Kioto que continúe el actual.

Las negociaciones se bloquearon tras una propuesta de la India en la que se reconocía que los países en desarrollo también participarán en el esfuerzo de reducción de emisiones, y que esa reducción sería "cuantificable, medible y verificable". Puesto que a los países en desarrollo siempre se les ha estimulado esa acción con ayudas tecnológicas y financieras, la propuesta de la India pedía que esas ayudas también fueran "verificables, cuantificables y medibles".

Pese a que la intervención de una veintena de países había apoyado la proposición, en el turno de palabra de la delegada de EEUU, Paula Dobriansky, todo se vino abajo. "No podemos aceptar eso", dijo y se produjo un gran abucheo generalizado de las más de 3.000 personas que llenaban la sala del Plenario.

A partir de ahí, parecía todo perdido. Incluso las formalidades diplomáticas. País tras país se dirigieron a Dobriansky pidiendo que cambiara de actitud y no bloqueara un acuerdo que se había hecho tan duro de pelar. La última de estas intervenciones fue de Papúa Nueva Guinea, que pidió a EEUU "que se retirara de una vez del camino para dejar circular a los demás".

Espíritu constructivo

Esta intervención marcó el punto de inflexión. Minutos después Paula Dobriansky tomó la palabra y dijo: "Aceptamos la proposición porque nosotros hemos venido también aquí con espíritu constructivo". Fue cuando, por primera vez, se ha oído una ovación a la delegación de EEUU.

Tras ello, la normalidad diplomática y los discursos volvieron a su tono habitual. Poco a poco se fueron aprobando todos los puntos, e incluso el nombre del documento: Hoja de Ruta de Bali.

En las intervenciones posteriores se reflejó que, pese a las felicitaciones por llegar a un fin positivo de la Cumbre de Bali, nadie está contento del todo. Pero la negociación multilateral tiene ese inconveniente o esa grandeza, según horas antes había dicho el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, que tuvo palabras muy amargas para los delegados, a los que textualmente regañó: "Todavía no han acabado su trabajo".

La bronca tuvo efecto y el éxito al alcanzado finalmente a la cumbre llevada a cabo en Bali durante los últimos 14 días.

Transferencia de tecnología

EEUU aceptó al final que el texto contenga de forma expresa que los países industrializados transferirán tecnología a los emergentes para ayudarles a luchar contra el calentamiento global, como exigía el llamado G-77 más China, que aglutina a 132 países en desarrollo.

A cambio, este grupo se compromete a llevar a cabo medidas para rebajar sus niveles de dióxido de carbono de una forma que sean controlables y verificables.

El documento alcanzado también incluye una referencia, aunque indirecta y no obligatoria, a la necesidad de que los países industrializados reduzcan sus emisiones de gases contaminantes entre el 25 y el 40%, respecto a los niveles de 1990, para el año 2020.

La Unión Europea (UE) y otros países trataron que la medida fuera vinculante, pero al final quedó como una nota a pie de página atribuida a los expertos del Panel Intergubernamental sobre del Cambio Climático de la ONU.

La Hoja de Ruta de Bali, llamada así porque encauzará las negociaciones que comenzarán el año próximo y que concluirán en Copenhague en 2009, también contempla ayudas para paliar los efectos del cambio climático en los países en vías de desarrollo y "recompensas" por la protección y conservación de bosques y junglas.

La deforestación es responsable del 20% de los gases causantes del efecto invernadero, porque los árboles talados desprenden a la atmósfera todo el carbono que almacenan, que viene a representar el 50% de su composición.

El Mundo (17.12.2007)

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