«Ser incómodo en este país es incomodísimo»

Lejos de representar su edad, Félix de Azúa (Barcelona, 1944) tiene aire de eterno universitario, de alumno aventajado y prematuramente avejentado por una sobredosis de libros. El escritor, que acaba de publicar 'Ovejas negras' (Bruguera), donde se recoge una selección de sus mejores artículos periodísticos de los últimos cinco años, acostumbra a recibir en su estudio de la parte alta de Barcelona, presidido por la vetusta y quizá decepcionada mesa de dibujo de su abuelo, arquitecto. Igual que su padre, arquitecto. Y también su bisabuelo, arquitecto… Es evidente que a Azúa, joven rebelde con causa, no le quedaba otra que intentar romper la cadena. Pero la vida es irónica y este doctor en Filosofía ha terminado impartiendo clases en la Escuela de Arquitectura. Además, en sus muchos años de escritor, no ha hecho otra cosa que construir: teorías, frases brillantes, poemas, ensayos, novelas… Y castillos en el aire en ese país imposible donde impera la ética y no existe el nacionalismo.

La entrevista no tiene lugar en el interior de su estudio, literalmente tapizado de libros, como cabe esperar de alguien que posee una biblioteca con 15.000 volúmenes, sino en la soleada terraza, que a su vez se abre a un enmarañado jardincillo. O más que jardín, bosque con ideas propias, porque allí las plantas crecen tan insumisas e irreverentes como el propio Azúa, que ahora las contempla distraído, tras sus gafas de miope, con una mirada felina, justo antes de saltar simbólicamente a la yugular de algún conocido político.

-¿Se siente cómodo siendo incómodo?

-Al contrario, es incomodísimo. Las ovejas negras, las públicas, somos muy pocas, unas diez. Y nos miran mal. La sociedad catalana es tremendamente compacta y acepta muy mal la disidencia. Aquí singularizarse es fatídico. Durante el franquismo, los antifranquistas éramos un puñado y teníamos problemas para relacionarnos con la gente normal. Aquí todo es hacia dentro. Los ricos catalanes no se exhiben. Es dificilísimo hacer el mapa de quién manda en Cataluña, porque a los que mandan de verdad nadie los conoce. Esta sociedad es por un lado muy gregaria y por otro, muy secreta, muy siciliana.

-Dice que le resulta incómodo. ¿No vive bien?

-Sobrevivo porque no dependo de la Generalitat, que tiene un poder enorme. Creo que el último presupuesto eran ocho billones de pesetas y eso, en un país tan pequeño y tan controlado, donde todos los medios de comunicación están en manos de esta élite, hace que casi todo el mundo dependa económica o socialmente de que el poder le admita. Yo, afortunadamente, como dependo de un ministerio madrileño, que es el de universidades, tengo cierta independencia. Pero las incomodidades son muchas. De entrada, yo no existo en este lugar y tengo que andar con mucho ojo con mis amigos para no perjudicarles. Cualquiera que se salga un poquito de lo que está mandado recibe inmedatamente un castigo. Es muy duro tener una antipatía permanente… Y luego están las amenazas. A mí me llegan a través del 'blog'. 'Te mataremos, te cortaremos las pelotas…' (en catalán). Y además sabes que si tienes un conflicto no te va a defender nadie. Es lo que le pasó a Albert Rivera, de Ciutadans. Claro que la situación no es tan grave como en el País Vasco, donde la violencia está organizada y, a mi entender, protegida por una capa muy seria del poder.

-¿Ir contra lo políticamente correcto le estimula?

-Es que la moral global es muy pequeñita, de pigmeos. Hoy en día se protege más al león que al cazador, porque se trata de culpabilizar. No se defiende ni a los leones ni a las minorías, que están tan aplastadas como siempre. Se trata de culpabilizar: porque fumas, porque bebes, porque eres mujer y tienes pérdidas de orina…

-¿Eso no está bien visto desde que lo anuncia Concha Velasco?

-No. Y no es una cuestión moral, sino una pura explotación. Lo de la mujer es evidente. España, según he leído, es el país de Europa que tiene más gasto en operaciones estéticas. Eso es porque las mujeres están culpabilizadas.

-Dice sentirse turista en su propia ciudad.

-Así es. El Ayuntamiento ha cerrado Barcelona a los barceloneses, desde la plaza Cataluña hasta el puerto. Ése es un reducto de turistas, de un turismo degradado. A ellos les encanta dar cifras. Pero del millón de turistas que vienen a esta ciudad hay una parte enorme de gente a la que traen de Holanda, Alemania o Inglaterra sin hotel. Los sueltan, duermen en la playa, y luego los arrastran hasta el avión y se van. Por las Ramblas no se puede caminar. Ese paseo se ha convertido en una especie de espectáculo constante para los señores que vienen de fuera. Hay una estatua humana cada diez metros, trileros…

Woody Allen

-Qué habrá pensado Woody Allen…

-Barcelona con Woody Allen reaccionó igual que el pueblito aquel de 'Bienvenido, Mister Marshall'. Les hacía una ilusión enorme que un director americano, al que ya nadie hace caso en su país, hubiera elegido la ciudad. Y, claro, la eligió porque le daban cien 'kilos', de nuestros impuestos. Y el Ayuntamiento, que nunca concede esas ayudas a cineastas de aquí y que impone restricciones a la hora de rodar, a Woody Allen le dio carta blanca. Hay que ser muy paleto.

-La ciudad de los prodigios es ahora la de los socavones.

-La incompetencia de Fomento viene de lejos. Magdalena Alvarez tendría que haberse retirado ya cuando estaba en Andalucía. Pero es que antes en Fomento estaba Álvarez Cascos y era igual de inútil. Y hay una segunda parte: es curioso que la Generalitat de Cataluña, que es un poder con una ambición omnímoda, no tuviera ni la menor idea de la que se iba a armar.

-¿Qué insinúa?

-Que o bien son unos ignorantes o unos incompetentes. Han retrasado las obras del AVE unos cinco años, discutiendo entre ellos si pasaba por aquí o por alla. Que pase cerca de la finca de mi primo; no, que vaya al aeropuerto, que yo tengo un negocio… Y esto por lo visto lo estaban haciendo sin haber realizado el menor estudio. El problema de la política catalana es que sus representantes son de una extraordinaria mediocridad, porque no son responsables de nada. Cuando hay un problema, el responsable siempre está en Madrid. Éste es un país chiquitísimo y los políticos viven en una burbuja. Los socialistas catalanes hablan entre ellos, comen entre ellos, van a sus bodas, sus bautizos, tienen hasta las mismas amantes… Sí, sí, conozco a varias de ellas. Y además se creen superiores, que es una herencia de la 'gauche divine', de cuando bañarse en pelotas en Cadaqués era un gran gesto ético, moral y de izquierdas

-Zapatero, aunque en domingo, sí visitó los socavones. ¿'Ingenuidaz', con zeta de Zapatero?

-No. De él pensamos que era ingenuo los dos primeros años. Ahora sabemos que es un tipo muy avispado, un oportunista que venderá su alma para conseguir lo que se propone. Claro que ha asumido toda la responsabilidad, porque en Cataluña tiene un enorme granero de votos. Es el típico dirigente personalista y yo diría megalómano. Cualquier persona sensata que conozca el País Vasco le habría dicho que no podía negociar de esa manera. Luego se mete en la Alianza de las Civilizaciones, a arreglar el mundo él solito… Sólo ha conseguido una foto con Kofi Annan y con el presidente turco. Se mete en el Estatuto de Cataluña diciendo: Aprobaré todo lo que me presenten… Y claro, le han pasado el catecismo del padre Astete, algo impresentable. Zapatero es un 'bluff', un globo hinchado, un personaje que sabe que buena parte de los votantes españoles no leen periódicos. Y responde a una imagen trivial, casi de programa del corazón. El sonríe, se hace el agradable, es simpático… Y mientras tenga enfrente un partido que está todo el rato poniendo cara de hermano prefecto de las doctrinas cristianas y dando capones y collejas lo tiene ganado. La derecha es que se pierde. En lugar de hacer un partido liberal, europeo, a la inglesa, están repitiendo los tópicos más aburridos de la derecha española de toda la vida.

-Pero ya viene Rato a arreglarlo.

-No creo. Los partidos sobre todo son empresas. Cambiar, no sólo un gerente sino un jefe de negociado, es dificilísimo. Para que cambiaran la línea tendrían que cambiar al viejo equipo aznarista de Acebes, Zaplana… En el PP hay gente viajada, no sólo Rato, con estudios, que conoce sistemas políticos europeos, sobre todo el británico, y que se da cuenta de que el PP no puede seguir atado a la Iglesia como está, o a cuestiones triviales como si los homosexuales se casan o no.

-'Si no puedo preguntar a mi pueblo… ¿para qué soy lehendakari?', se atormenta Ibarretxe.

-Sí, y una vez más echo en falta respuestas serias. Ese personaje, que a mí siempre me ha parecido un labriego, ignorante, fanático y visceral, necesita que se le dé una respuesta a esa pregunta ridícula. Y la respuesta es que no puede hacer esta pregunta. Uno, porque están matando gente. Dos, porque mientras matan y amenazan, hay muchos políticos que no pueden hacer campaña. Tres, porque hay pueblos en los que la gente vive muy asustada y a ver cómo puede defenderse allí la pregunta del referendum. Y cuatro, porque el PNV siempre ha dicho que, en el caso de que salga que no, habría que repetirlo dentro de unos años. ¿Y si sale que sí, no hay que repetirlo?

El hijo de Pujol

-Usted mismo se pregunta cómo acabará «este último capítulo de la mística hispana».

-Sólo hay dos posibilidades. Una, que en una de esas grietas que se producen y que suelen coger a los políticos en pijama se origine una ruptura unilateral; que los separatistas vascos o catalanes de pronto un buen día promuevan una desobediencia civil. Y la segunda posibilidad es que se aburran. Tal vez hagan falta otros cincuenta años. Pero yo creo que la esterilidad de las ideas acaba cansando incluso a los que las proponen. El otro día, en una entrevista, al hijo de Pujol le preguntaban si era independentista y decía que sí. Luego le preguntaban si creía que Cataluña sería alguna vez independiente y decía que no. Esta ambigüedad es típica de las clases altas catalanas y sobre todo de los que se han enriquecido con el nacionalismo. La familia Pujol ha pegado un salto tremendo. Era de la más pequeña burguesía y ahora son todos millonarios. Otro ha sido el presidente del Barça, Laporta, que siempre ha hablado español y con toda la familia de Falange. Todos estos han ganado mucho dinero y, claro, el nacionalismo les va muy bien. Así que no pueden apearse de esa postura independentista, pero tampoco les interesa que llegue. Entre otras razones, porque en una Cataluña independiente una familia tan rica como los Pujol se tendría que ir al exilio. Cuando inicias un proyecto de ruptura e independencia no sabes si vas a acabar en Chequia o en Chechenia. Ni Zapatero ha sido capaz de conceder la unificación de Navarra y el País Vasco, que era lo único que exigía ETA. Y no ha podido porque las Cajas del País Vasco y el Opus han dicho que no.

-Dos años después de la aparición de Ciutadans, ¿cómo lo ve?

-Las noticias no son buenas. Aquí se había creado una infraestructura y por problemas de personalismo típicos de los partidos españoles, en los que yo creí que no caerían, en el partido de Rosa Díez se están produciendo los mismos enfrentamientos de siempre: quién manda aquí, quién se presenta allá, quién hace las listas… A mí me ha decepcionado muchísimo. Estoy ya muy distanciado. Es volver a caer en las tonterías de siempre de los partidos españoles. Pero tengo la esperanza de que puedan hablar y entenderse. Sería absurdo que el partido de Rosa Díez se presentara en Cataluña desaprovechando la red que tiene Ciutadans y que Ciutadans por su parte tuviera que presentarse en solitario. Si eso fuera así, ni uno ni otro sacarían un solo diputado en Cataluña. Creo que en el partido de Rosa Díez alguien les está aconsejando mal.

«Somos ovejas negras»

-¿Ha hablado con Savater?

-Sí, el otro día, en Sevilla. Él me decía que no cree que llegue la sangre al río. Confío en que prime la sensatez sobre la desinformación. En Cataluña empezamos siendo diez ovejas negras y luego se consiguieron tres diputados.

-¿Ser español puede ser considerado algo vejatorio, tal como escribió con ironía Elvira Lindo?

-En Cataluña mucha gente lo considera así. El odio a España y a lo español es tremendo en esta tierra. Yo creo que superior al que pueda haber en el País Vasco. Y es un odio de pueblo. Muchos catalanes odian a España por puro complejo de inferioridad, empezando por la lengua. El otro día me enseñaron el libro de Historia que se utiliza en los institutos catalanes. No se puede imaginar… Todas las desdichas que allí se reflejan tienen su origen en España. Los niños están sometidos a un bombardeo ideológico igual que nosotros en época de Franco.

-¿Qué le evoca el 25 aniversario de la victoria socialista?

-Me ha hecho pensar en mi juventud. A mí me cogió en el País Vasco, en Zorroaga, y recuerdo el fiestón que se organizó. Eramos escépticos, pero durante unos años, en las dos primeras legislaturas de González, el país cambió enormemente, fue el momento más brillante de la política española. Luego, empezó a emputecer… Y ahora vuelve a ser la vieja política española, pero la de Maura, la de la Restauración, la del caciquismo, un horror y un aburrimiento. Me siento extraordinariamente decepcionado por el partido de mi juventud, que es el PSOE. Creo que nunca podré votar al PP, porque hay zonas de ese partido que no puedo aceptar, como el compromiso que tiene con la Iglesia. Pero cada vez tengo más dificultades para seguir al partido de mi juventud.

-¿Los curas de La Salle le machacaron mucho?

-Totalmente. Aquello se presentaba como un colegio para élites barcelonesas y era un puro correccional, una prisión repugnante, donde el personal docente, los curas, los hermanos de la doctrina cristiana, eran unos zotes. Los buenos son estupendos, los malos son asquerosos, pero los tontos son lo peor, porque hacen daño sin darse cuenta. Hay que negociar con buenos o con malos, jamás con tontos. El tonto es el que lo pierde todo y a ti te arruina. Y me temo que la política española está en manos de los tontos. Yo preferiría a los malos.

 El Correo (6.10.2007)

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